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La dulzura de los tibios

Esa falsa dulzura que invita a no opinar, no es otra cosa que un llamado a silenciarnos en tiempos donde aún podemos hacer algo.

Adalides del consenso, cuando la democracia es disenso. Mercaderes de la conformidad, viviendo en un país desigual; violento; injusto; cruel. El momentáneo triunfo del discurso de la polarización nos tiene intelectualmente estériles, improductivos, inútiles; en otras palabras, tibios. El vibrante latir de la crítica se encuentra amenazado por la construcción de un relato orquestado entre intereses políticos y económicos, y claro, amplificado por nuestros medios de comunicación.

Así estamos. Por eso hoy hablar del proceso de paz y sus amenazas, de nuestras crisis humanitarias y ambientales, de discriminaciones, de injusticias, de corrupción, de todo lo que esté mal, suena mal... a quienes quieren igualdad, paz y justicia, “mamertos conflictivos”; a las feministas, “radicales mal folladas”; a ambientalistas, “hippies marihuaneros”; a quienes critican nuestras precarias realidades sociales, “soberbios intelectuales”. Hoy la censura está presente en todos los espacios.

El último comercial de Cerveza Águila encarna ese llamado a la tibieza que nos está quemando: “No importa si somos de izquierda o de derecha; es época de Mundial y el amarillo nos une”, se repite una y otra vez en las emisoras nacionales. Y hablo de este mensaje por dos razones: la primera, porque en el actual contexto deportivo se encuentra la excusa perfecta para evadir una vez más nuestra falta de cultura política; esa que nos lleva a recorrer caminos fáciles para pensar que la fiesta del fútbol solucionará los grandes conflictos que tenemos. 

La segunda, porque en Colombia quedó claro que no tenemos la más mínima noción de lo que es la izquierda ni la derecha. Aquí todo se simplifica; por eso la izquierda solo se asocia a la guerrilla, y la derecha al paramilitarismo. No salimos de ahí, porque no generamos ni promovemos el pensamiento crítico. Hoy solo somos felices fomentando la falsa tolerancia, el mojigato respeto, la evasión al pensamiento diverso. Y claro, la culpa no es del fútbol. La culpa es de quienes hoy lo usan para fortalecer la narrativa de que debemos escapar a través de él de la polarización, y de quienes deciden abrazar esa frágil idea.

En Colombia no se vienen tiempos duros como se viene afirmando. En Colombia, el país más desigual de Latinoamérica en cuanto a la distribución de sus tierras, el país con más desplazados internos en el mundo,  el país que tiene más de ocho millones de víctimas por causa del conflicto armado interno, los tiempos duros empezaron hace mucho. Por eso hoy más que nunca tenemos que asumir posturas. 

La tibieza nos está quemando y nos está matando. Esa falsa dulzura que invita a no opinar, no es otra cosa que un llamado a silenciarnos en tiempos donde aún podemos hacer algo. “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor”, afirmó alguna vez el Nobel de Paz Desmond Tutu, y es hora de elegir uno de los lados. O nos vamos a ver ballenas, o hacemos algo por este país.

Jueves, 28 de Junio de 2018
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