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La embarrada
El desprestigio de los partidos no es nuevo, viene desde que se conocieron las denuncias sobre saqueo de los recursos público, la compra de votos y el trasteo.
Lunes, 11 de Septiembre de 2017

Lo que faltaba: la ola de acusaciones alcanzó ahora a la justicia y los partidos, que han sido hallados culpables de ponerse al servicio de oscuros intereses por una sola y apabullante razón: el dinero que permite comprar de todo, desde una almojábana hasta un jet privado, similar al que tienen varios de nuestros personajes del jet set, compuesto en su mayoría por nuevos ricos, narcos, paras y guerrilleros arrepentidos. 

Las nuevas denuncias sobre la corrupción que azota al país del Sagrado Corazón ha alcanzado nada menos que a varios magistrados de las altas cortes, a quienes se sindica de inclinar la balanza de la justicia a favor de algún acusado que tiene entre sus bolsillos los suficientes fondos para comprar conciencias de gentes de todos los estratos, empezando por quienes en otras épocas fueron pulcros administradores de nuestra desvencijada justicia. 

De acuerdo con una de las tantas encuestas con que nos tienen acostumbrados los medios de comunicación, la imagen de la justicia y de los partidos se encuentra en su peor momento: las gentes en un 72 por ciento no creen en los integrantes de las altas cortes

El desprestigio de los partidos no es nuevo, viene desde que se conocieron las denuncias sobre saqueo de los recursos público, la compra de votos y el trasteo de gentes.

Las últimas denuncias coincidieron con dos importantes noticias que contribuyen al optimismo: el nacimiento del partido político de las farc, que se han convertido  en nueva colectividad pacífica, y la visita del papa Francisco, primer obispo latinoamericano en ascender al trono de San Pedro. Son dos aportes a los esfuerzos de paz de mi ex compañero Juan Manuel Santos, quien logró el imposible de desmovilizar a la guerrilla más vieja del mundo.

Quienes indagan sobre las razones de la corrupción buscan el ahogado río arriba. Razón tiene el colaborador de un periódico quien señaló que el fenómeno empezó el 20 de julio de 1819, cuando los españoles regresaron a su  tierra. Después, caímos en manos de clase dirigente que se ha enriquecido con toda clase de maniobras, incluyendo la elección de presidentes y parlamentarios que solo llegan al Capitolio a hacer negocios personales.  Hablar de que la corrupción es nueva es una mentira. En una oportunidad se me ocurrió la fórmula para acabar con ella: se debe eliminar el dinero y enseñar a los niños a respetar lo ajeno. Y combatir la envidia, la enfermedad nacional. GPT

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