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La encrucijada de Maduro
El interlocutor de Maduro le contaría igualmente cual fue el camino que en 1.958 tomó otro dictador de Venezuela, Marcos Pérez Jiménez.
Sábado, 9 de Febrero de 2019

Si Maduro, quien por estos días anda muy ocupado evitando que entren alimentos y medicamentos a su país, escuchara a alguien que conozca la historia en los últimos años de las dictaduras en América Latina, de cómo han terminado, le dirían que han sido varias la suerte de los dictadores en este continente, así: en diciembre del año 1.989 a Noriega en Panamá, un comando armado de los Estados Unidos  entró al país, y se lo llevó a la fuerza. 

De ahí hasta el final de sus días Noriega estuvo en prisión en uno y otro país, hasta que hace un año, envejecido y en una silla de ruedas, murió en una cárcel. Esa es una posibilidad de la suerte que podría correr Maduro.

El interlocutor de Maduro le contaría igualmente cual fue el camino que en 1.958 tomó otro dictador de Venezuela, Marcos Pérez Jiménez. 

Si cabe la expresión, le diría que éste último fue más inteligente, porque cuando percibió que su caída era inminente e inevitable, empacó a la carrera cajas de dólares hasta donde pudo, y se fue a Madrid en donde el dictador vivió con toda clase de lujos. 

He contado en otras oportunidades, que fue tanto el afán en su huida de Pérez Jiménez, que las fuerzas golpistas cuando llegaron al palacio de Miraflores lo primero que encontraron fue una caja llena de dólares que el dictador no alcanzó a subir al avión. 

No sabe si  esta opción la haya tomado Maduro por el avión ruso que estos días estuvo parqueado en el aeropuerto aparentemente sacando oro de Venezuela.

Mientras el torpe de Maduro escucha esas dos primeras historias, su interlocutor comenzaría a relatarle como terminó una de las dictaduras más sangrientas que ha vivido América Latina, la de Leónidas Trujillo en República Dominicana. 

Le comentarían que llegó al poder en el año 1.930, que fue un hombre cruel y sanguinario, que no dudaba en matar a cualquier opositor, así como que en alguna ocasión, en una majestuosa recepción en el palacio presidencial, invitó a bailar a una hermosa joven de apellido Mirabal a quien no dudó en plena recepción en tocarle sus partes íntimas, y sin calcularlo Trujillo, recibió una cachetada en público. 

A los pocos días las tres hermanas Mirabal aparecieron asesinadas. Fue tanto el repudio que generó ese crimen, que en 1.960 el dictador iba en su carro, y lo mataron de 30 disparos. 

Eso también le podría suceder a Maduro.

No está de más que Maduro tenga presente la historia de Fujimori en el Perú que aún no termina. 

Igual que sucede hoy en Venezuela en esa perversa alianza con Diosdado Cabello, en los años 90 en Perú, Fujimori tuvo un socio perverso y criminal que fue Vladimiro Montesinos. 

Pues bien, los dos están presos, y a pesar de que hace un par de años Fujimori fue indultado en una maniobra fraudulenta auspiciada por su hija, ahora esta última también está presa junto a su padre. Esta es otra historia de un dictador en América Latina.

Pues bien, ojalá Maduro tome nota sobre la forma como han terminado algunas dictaduras en América Latina, y que por lo menos para él, tratare de escoger la salida menos sangrienta para su país, porque los días pasan y el tiempo se le agota, y que no suceda que corra la misma suerte o de Noriega o Trujillo. Por eso es que dicen con frecuencia que las historias se repiten.

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