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La honda desigualdad social de Colombia

¿Qué se puede hacer?

La lucha de los grupos políticos por el poder debería contener el propósito principal de estudiar y solucionar el grave problema de la desigualdad social que aqueja al país.

Una característica particular de Colombia es la dispersión de la población a lo largo del territorio, que hace difícil, si no imposible, atender a las necesidades de salud, educación, agua potable, saneamiento ambiental, vías de comunicación, vivienda digna y seguridad de todos los habitantes.

¿Cómo llevar esos servicios a las pequeñas comunidades diseminadas en los confines de las cordilleras, las selvas o los llanos a donde han llegado buscando un pedazo de tierra para sobrevivir?

Hay que anotar varias características de ese fenómeno: Primero, la fortaleza de quienes se arriesgan a abrirse un espacio para sostener a sus familias superando las contingencias de una aventura muy riesgosa. Recordemos que la colonización antioqueña dio como fruto la ampliación de la frontera agropecuaria y el nacimiento de prósperas ciudades.

Segundo, el acecho de los delincuentes que se aprovechan de la fragilidad de esas comunidades para obligarlas a trabajar para ellos en actividades ilícitas. Tercero, la precariedad de los recursos estatales para atenderlos oportunamente.

¿Qué se puede hacer? Hay que despojarse de todas las ideologías porque ellas distorsionan la realidad para darles un sesgo político. Es preciso dotar de tierra a los que la necesitan, pero no en la forma simplista de una repartición desordenada y sin los complementos para hacerla productiva.

Se necesita la realización de un completo censo que identifique el número, ubicación y características de quienes van a ser beneficiados; y estructurar un proyecto a gran escala para reubicar en agrupaciones ordenadas a esos habitantes dispersos, asignándoles un terreno apropiado, subsidios para su establecimiento, asistencia técnica para su producción, y un sistema de compra y mercadeo de sus productos.

Sería, éste, un programa para ejecutar en varios lustros, en el que se aúnen recursos estatales y de la banca multinacional, de organizaciones humanitarias y de particulares que se quieran vincular mediante incentivos tributarios.

Es la forma eficiente de ir dotando a las comunidades, así agrupadas, de escuelas, centros de salud, acueductos, vías, centros religiosos etc.; de ordenar el desarrollo nacional y, consecuencialmente, erradicar la violencia propiciada por la delincuencia y la disputa por el dominio de la tierra. Además, una manera de proteger el medio ambiente.

Hay modelos que pueden servir de ejemplo, siempre y cuando se adapten adecuadamente a nuestra realidad social. El sistema de “koljoses” soviéticos tiene algunas características interesantes al ser concebidos como cooperativas agrícolas en las que los asociados forman comunidades organizadas apoyadas por el Estado. Igualmente, los kibutz israelíes son granjas agrícolas parecidas, con apoyo estatal a los asociados. Estos modelos se citan e a manera de ilustración.

Cosa distinta es el de las comunidades urbanas, y especialmente las de las grandes ciudades, que tienen características muy diferentes, y para ellas deben existir otros proyectos en beneficio de los más necesitados. La proximidad a los centros desarrollados facilita su atención.

ramirezperez2000@yahoo.com.mx

Sábado, 17 de Octubre de 2020
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