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¿La isla de la fantasía?
Imaginamos  en esta oportunidad, el viceministro y el gobernador, desempeñando los papeles del Sr. Roarke y del pequeño “Tattoo”, respectivamente.
Lunes, 12 de Octubre de 2020

Al enterarme del anuncio que con bombos y platillos nos hicieron el viceministro de Agua y Saneamiento Básico y el gobernador Silvano Serrano de la firma del “histórico Acuerdo de Voluntades”  para la construcción de las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR), que reducirán la contaminación de los ríos Zulia y Pamplonita, vino a mi memoria el recuerdo de una exitosa serie de televisión de los años 70 y 80 del siglo pasado llamada “La isla de la fantasía” (dónde los deseos se hacen realidad) que protagonizaban Ricardo Montalbán (Sr.Roarke) y su pequeño asistente “Tattoo”. 

Imaginamos  en esta oportunidad, el viceministro y el gobernador, desempeñando los papeles del Sr. Roarke y del pequeño “Tattoo”, respectivamente.

Recordé también que hace unos 25 años el ingeniero Senén Botello planteó la construcción del “Embalse Multipropósito del Cínera” que además de solucionar el suministro de agua potable a los municipios del área metropolitana de Cúcuta y a los fronterizos de Ureña y San Antonio del Táchira, generaría energía eléctrica y constituiría un gran centro turístico y recreacional. Para este efecto, se hicieron estudios de prefactibilidad que daban unos costos aproximados de 500 millones de dólares; y recibió la visita de misiones canadienses, chinas y coreanas, que traídas por funcionarios y políticos, desaparecieron tal como llegaron, y el proyecto nunca se ejecutó. Y esta historia no termina porque ahora, con esto de las PTAR, al gobierno le dio por reemplazar los convenios por los “Acuerdos de Voluntades” que no generan en la práctica ningún compromiso serio.

El mismo viceministro manifestó que el proyecto tendría un costo cercano al billón de pesos, o sea un millón de millones, con 12 ceros, que no caben en cualquier calculadora. 

Estos “Acuerdos” tienen por objeto “adelantar las respectivas gestiones administrativas, técnicas, financieras y ambientales”, pero nada específico que responsabilice a nadie en particular. En consecuencia, siendo el objeto tan general, el documento queda exento de cualquier futuro reproche. 

Para decirlo en cucuteño, se trató de un Acuerdo celebrado entre “limpios”; y para rematar, las obligaciones a cargo del gobierno nacional en este Acuerdo sólo se reducen a apoyar y asesorar, pero nada de participar con platica.

Lo anterior lleva a concluir que si no pudimos concretar proyectos de envergadura en el pasado cuando contamos con coterráneos en la presidencia de la república, en los ministerios y en la presidencia de las cámaras del Congreso, menos podremos lograrlo ahora que no tenemos nada. 

Cuando se empiece a recoger la plata para las PTAR, los primeros que saldrán espantados serán los mandatarios regionales. 

Y frente a la opción de una Asociación público privada (APP), no se ve que sea muy  factible por la falta de claridad en el retorno de su inversión.

Como dijera un pensador anónimo respecto a estas obras: “Mezclan el romanticismo clásico de las épocas de las epopeyas de los caballeros andantes y las quiméricas realidades de los momentos actuales”. 

Finalmente debo decir que en este episodio de la isla de la fantasía, aparte de la foto, el Sr Roarke y el pequeño Tatoo, no podrán cumplir el sueño de los cucuteños.  

Esperamos estar equivocados. ¡Ojalá!    

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