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La moribunda Constitución colombiana

Para recuperarnos se requiere montar controles adecuados al poder presidencial.

Tengo fresco en mi memoria el recuerdo de la primera posesión de Hugo Chávez como presidente de la República de Venezuela, cuando llegado el momento del juramento lo hizo, en sus palabras, “sobre la moribunda Constitución Venezolana”. Traigo esto a colación, por la pregunta que me hacía alguien de por quien votar para las elecciones del 2018. Y pensándolo bien, no veo por quien hacerlo. Es tal el daño que se la ha hecho a la institucionalidad colombiana en los últimos lustros, que la joven Constitución de 25 años ya requiere cuidados intensivos.

El problema de Colombia es que se montó en una economía de corte asistencialista que despertó el leviatán estatal, hoy de un tamaño descomunal, politizó la justicia y rompió los controles del poder presidencial, haciendo de ésta, una corte imperial. En resumen, abandonó la democracia liberal y restringió, vía “poder popular”, la economía de mercado, dejando solo las patologías de esta: los monopolios u oligopolios, con su correspondiente extracción de rentas, volviendo el presupuesto estatal un botín al que se llega vía empresas electorales con ánimo de lucro exacerbado. 

Para recuperarnos se requiere montar controles adecuados al poder presidencial, creando institucionalidad donde ningún funcionario pueda hacer lo que le dé la gana, pues las Cortes en vez de aplaudir, como sucede hoy, deberían procesar al funcionario con alma de príncipe. Y desmontar la economía asistencialista, obliga a cambiar el régimen y su contubernio poder económico-poder político y poner el desarrollo como derecho. Eso para empezar, pues hay que desmontar también la mentalidad mamerta que se creó en Colombia o la fantasía de un líder iluminado, lo cual es una labor aún más difícil.

Pues bien, volviendo a por quien votar, vemos varias opciones ya lanzadas. La más sonada, la unión del uribismo y el pastranismo, con el apoyo de candidatos como Martha Lucía Ramírez, que representan la concepción uribista del estado, que ya mostró no respetar mucho la institucionalidad, pues fue el creador del famoso articulito de la reelección inmediata, pero que ante la hecatombe santista, producto del articulito, parece ser la opción adecuada. Más a la derecha está el confesionalismo en cabeza del exprocurador Ordoñez y el apoyo de todas las iglesias; en el mismo papel está Viviane Morales. En paralelo viene el santismo vergonzante, con la consigna de la defensa de la paz ante el ataque de derechistas, que lleva a que los colombianos estén confundidos por la oposición, que coincidencialmente son la mayoría del país; ahí están el nadaista de la Calle (nada de nada), el poeta camaleón Roy Barreras (ya retirado), el exministro samperista Juan Fernando Cristo, pero aún faltan varios por lanzarse; todos son ve
rgonzantes pues al identificarse con Juan Manuel Santos, pelean por un máximo del 12% del electorado. Y el “independiente” Pinzón. Sigue el político Vargas Lleras, quien juega con una mano a Dios y otra al diablo; entre cuotas burocráticas y mano fuerte. Por el otro lado, está la anunciada creación del movimiento patilla (sinónimo de sandía, como la llamó Mauricio Botero en su columna de El Espectador), la unión de los candidatos Claudia López, Jorge Enrique Robledo y Sergio Fajardo, verdes pálidos por fuera y rojos intensos al interior. Sigue la unión Petro-Clara López, viejos amigos del gobierno distrital bogotano y los cuales apoyan la paz, son ambientalistas, pero, sobre todo, Chavistas. Quedan los fundamentalistas: Piedad Córdoba, Aída Abella, los Cepedistas y otros “demócratas”. Más al extremo, pero poquito, están las Farc, que no han nombrado “candidato”. 

Lo común a todos es que ninguno quiere cambiar el régimen y menos la economía asistencialista. No hay uno solo que defienda, de verdad, la democracia liberal.  Ante el daño institucional, se ameritaría una Asamblea Constituyente, pero sería un riesgo porque se jugaría con unas farc ricas. Eso vale también para las elecciones. 

Espero que como dice la famosa frase, cuando la historia lo necesita, salen los lideres necesarios. Es solo optimismo, sin base real, pues quedan meses.

Viernes, 18 de Agosto de 2017
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