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La nueva batalla de Cúcuta

Ahora que llegó la pandemia del coronavirus, con toda su borrasca de viejos y nuevos males, todos graves, a Cúcuta se le ha agudizado la adversidad.

Cúcuta ha sido una ciudad de acontecimientos históricos, con los cuales se ha tejido su identidad y se ha construido su desarrollo hasta los niveles que alcanza hoy. El resultado final de esa formación es una mezcla de contrastes, porque al lado de la corriente de progreso urbano consolidado también sobresalen debilidades inocultables, atrasos patéticos acumulados debido a los desatinos de algunos de sus gobernantes, interesados más en el lucro personal que en el bienestar de los habitantes de esta jurisdicción. Y hay un nudo de explosivas situaciones. Quiere decir que lo histórico no siempre es positivo, por relevante que sea.

Histórica fue la donación de los terrenos para la fundación de la ciudad en 1733 (17 de junio). A partir de allí se abre un espacio cuyo poblamiento fue un proceso activo para al asentamiento de personas que en poco tiempo consolidaron una comunidad emprendedora.  Ese conglomerado se multiplicó y tomó vuelo. Se fue abonando el terreno para la urbe.  Poco a poco se levantaron las estructuras de un entorno en condiciones de tener funcionamiento productivo como es inherente a toda sociedad. El avance era continuo hasta la explosión sísmica del 18 de mayo de 1875. Fue el terremoto arrasador. Todo se hizo muerte y ruina.

Ese suplicio se convirtió en borrón abismal. Pero sirvió de prueba para medir el temple de quienes sobrevivieron. Surgió entonces un grupo de emprendedores, con capacidad de asumir el reto de la reconstrucción. Y el resultado fue histórico. Desde los escombros. Al colapso de la destrucción se respondió con una visión de resurgimiento y se ganó la partida. Se dio comienzo a la nueva etapa con una perspectiva de superación, por encima de la adversidad abrumadora. Una batalla que se libró con sentido de solidaridad, de convivencia, sin interferencias de mezquindades ni egoísmos. Era el espíritu vanguardista exento de contaminaciones perniciosas.

El 28 de febrero de 1813, como contribución a la independencia de Colombia, Cúcuta ya se había lucido con la victoriosa batalla contra el ejército colonialista español. Significativo aporte a la carrera libertaria de Simón Bolívar, pues fue él quien comandó esa gesta local. Se subió así un escalón en el ascenso de la lucha contra la dominación imperial de España. Eran los combatientes alineados en el ideal de ponerle fin al régimen de la monarquía ibérica. Es un capítulo de patriotismo en el rumbo de principios opuestos a la subordinación opresiva.

Ahora que llegó la pandemia del coronavirus, con toda su borrasca de viejos y nuevos males, todos graves, a Cúcuta se le ha agudizado la adversidad. Es violencia, pobreza, desempleo, fractura en los derechos sociales, atrasos y corrupción. Es la suma de la mala administración municipal, no precisamente en este período.

Esto impone el deber ciudadano de emprender una nueva batalla para impedir que quienes han desgreñado la ciudad lo sigan haciendo en forma tan ladina, como es el caso del Personero Martín Herrera, quien ha reducido sus funciones al atropello, maquillado de legalidad, acolitado por panfletarios disfrazados de comunicadores.

Puntada

Mañana llega La Opinión a sus 60 años de circulación diaria. Es el recorrido de un medio que ha irrigado a Norte Santander con la savia de su información, a través de la cual muestra la realidad regional y registra hechos de la cotidianidad de Colombia y del mundo. Es otra pieza de la gran historia.

ciceronflorezm@gmail.com

Sábado, 13 de Junio de 2020
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