El balance usual de una administración en Colombia de hace a los 100 días de gobierno, tanto para un gobernador como para un alcalde. Sin embargo, con apenas 20 días de gestión del alcalde Jairo Yáñez ya hay unos resultados palpables en recuperación de espacio público que no pueden pasar inadvertidos.
De hecho fue su primer mensaje cuando el 2 de enero madrugó a limpiar algunas zonas del parque Santander. Para el ciudadano común no hay mayor incomodidad y malestar en una ciudad que la imposibilidad de caminar tranquilamente por las calles de su ciudad, sin que tenga riesgos de ser asaltado y le sean hurtados sus objetos personales.
Uno de los placeres que en los últimos años habíamos perdido en Cúcuta precisamente era ese, el de caminar por el parque Santander desprevenidamente, y encontrar a los amigos para tomar café, embolarse los zapatos y averiguar por los chismes políticos.
El lunes pasado un amigo, el gerente de TransOriental Alfonso Castro, me llama y me invita a dar una vuelta por el barrio la Merced y para mirar la forma como había sido despejado el parque Lineal.
Eso ya era una novedad. La verdad en buena hora es un espacio que recuperamos en la ciudad, porque en los últimos meses si había un sitio que llegaba a niveles de degradación, en donde existía toda expresión de delincuencia, prostitución, venta de drogas y armas, alarmante, que llegaba a extremos en los que después de las 5 de la tarde los tradicionales comerciantes de la zona ya expresaban temor por lo que pudiera ocurrirles, era precisamente el parque Lineal.
Conocí versiones de algunos de ellos en los que me relataban como en los últimos meses, a plena luz del día, habían sido víctimas de atracos a mano armada.
Buen comienzo alcalde al haber despejado en tan pocos días este espacio en el centro de la ciudad.
Lo que hoy vive el barrio La Merced de Cúcuta es el resultado de la inoperancia de muchas cosas: falta de autoridad, ligereza, corrupción, y falta de cultura ciudadana acumulada en muchos años.
Conozco en varias ciudades del país sitios deteriorados urbanística y en su convivencia, pero lo del antes tradicional barrio La Merced, que alcanzó a ser habitado por familias muy conocidas de la ciudad, es más que un caos, es un desastre.
En un rápido recorrido se observa una grotesca invasión del espacio público. No existe el más mínimo respeto por el espacio público y por ello la circulación es un caos. Pintan vehículos en cualquier calle.
Gente haciendo mecánica, debajo de cualquier vehículo, que lastimosamente hace cierta esa manida expresión de la ciudad que “Si quiere hacer lo que se le dé la gana, venga a Cúcuta”.
Esta expresión es cierta en el barrio La Merced. Es la única ciudad en Colombia en la que un mecánico, a plena luz del día, en la calle, realiza un trabajo, extiende sus pies, y para el tráfico.
Desde luego que el reto en todos los frentes que tiene la alcaldía es inmenso. No va a ser fácil, a tanta informalidad que existe en la ciudad a que la autoridad, así sea cordialmente y con respeto, le proponga levantarse de su sitio de trabajo, del que depende una familia, y que trate de encontrar dónde laborar en otro sitio. Cúcuta necesita diseñar una política pública frente a la informalidad. La tarea de rescatar la ciudad es de todos, y más ahora que el concejo municipal anda por el camino equivocado, pidiéndole al alcalde que le dé explicación del proceso de nombramiento de su gabinete. La trayectoria y hojas de vida del gabinete son intachables. Por ahora pongámonos en la tarea de ayudar a la ciudad. Mañana pondré mi grano de arena: iré a la asamblea en la superintendencia de sociedades en Bogotá, para conocer la realidad financiera del Cúcuta deportivo. De eso se trata.
