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La última parranda de Wicho Sánchez
Quién se  podía imaginar que sería  la   primera y  última vez  que  el  maestro  Wicho  estaría en  Ocaña.
Martes, 24 de Octubre de 2017

69 días después, como si  fuera  ayer,  mi  memoria  me permite apreciarlo  en  mi  casa, con su  caminar  lento y  su  voz  desgastada, cantando  con  regocijo  y  gratitud por el  homenaje que  recién le  había  ofrecido  la  UFPSO,  junto  con  sus  compañeros de los  antiguos  Playoneros  del  Cesar, y por los  aplausos y  abrazos que  le habían prodigado los  centenares  de admiradores  que acudieron  al  auditorio de  Bellas  Artes.

Aunque estaba  preparado para la dura  noticia, porque su  sobrino ,  el  arquitecto Arley Sánchez, quien  a  la  postre fue el  encargado  de  realizar  los  trámites legales  para que  los legendarios  artistas  vallenatos llegaran  a  la  ciudad,  me  había llamado  para informarme  que el  maestro Wicho estaba grave  en  una  clínica de  Valledupar, la  voz trémula y  el  llanto  de la  joven  Camila Melo, la coordinadora del  grupo  de  logística,  integrado  por  estudiantes  de Comunicación  Social, me  indicaron  que había  llegado  el  final del  autor  de “La  banda  Borracha”, el  tema  tropical que de avanzada  edad, mientras los  cuidados y temores  se  centraban sobre  el  maestro Ovidio le  dio  la  vuelta  al  mundo.

Como ocurre  casi  siempre cuando hay personas Granados, el padre de dos acordeoneros que  se  han  consagrado como  reyes  vallenatos,   por  los  serios quebrantos  de  salud que  padecía, y que  por  tanto le impidieron venir  a  mi  casa, nunca  nos  imaginamos que estuviera  tan  cerca  la  despedida definitiva  de Rafael  Enrique Sánchez  Molina,  a  quien  lo vimos alegre y fuerte,  no  obstante  sus 82 años.

Quién se  podía imaginar que sería  la   primera y  última vez  que  el  maestro  Wicho  estaría en  Ocaña,  o  por  lo  menos que su  deceso estuviese  tan  próximo, cuando en  Bellas Artes  y en mi residencia se  notaba tan  saludable y feliz.

Conservando toda  la  prudencia  posible,  por  los numerosos o  excesivos  calendarios  de los  homenajeados, las recomendaciones eran  reiteradas tanto  para  las  estudiantes  encargadas  de la   logística  como  en  el hotel  donde se hospedaron ,  y donde les  sobraron  las  atenciones,  por el  carisma de los honorables  huéspedes.

Después  de  su  exitosa  presentación en  Bellas  Artes,  al  maestro Ovidio Granados no  le  faltaron  ganas,  pero  su delicado  estado  de  salud no  le  permitió sumarse a  la  parranda de agradecimiento que  sus  compañeros quisieron ofrecernos.

Como no  se  pudo  en  la  casa de  uno de  los  amigos que  me  acompañó durante  toda la jornada para  homenajear  a  los antiguos Playoneros  del Cesar, a pesar  del  luto  de  mi  esposa, nos  tocó  ofrecer  la nuestra, donde todavía me  parece observar al  maestro Wicho bailando y  cantando con  mucha fuerza y satisfacción.

Junto  con Isaac Carrillo y los  demás  integrantes  de  la  delegación vallenata,  con el  ánimo que  despertaban las  jovencitas  universitarias y el  calor  de  unos  tragos  de Old  Par, los  versos  de  agradecimiento y de  exaltación a la   belleza de las  futuras  comunicadoras, abundaron  hasta la  madrugada.

Dentro  de  mi limitada  vanidad, me  daré  el   lujo de exclamar: en  el  patio  de  mi  casa cantó el  autor de La  Bogotana, Campesina  Ibaguereña,  Penas  Negras, y de La Banda Borracha, uno  de  los temas  musicales colombianos que  más  se  ha  escuchado en  todo  el  planeta,  y el  que grabaron el  italiano  Doménico Modugno y numerosas orquestas nacionales  e  internacionales.

Apenas arribaron a  Valledupar, los tres  juglares le  enviaron  un  mensaje al  director  de  la  UFPSO,  Edgar  Antonio Sánchez  Ortiz, en  el  que  le  manifestaron que nunca habían  recibido  un  homenaje como  el  que les  ofreció  su  alma  máter.

Los  videos y  fotografías , serán  los  testimonios de la  bienvenida y  despedida  de  esta  ciudad, la presentación en  Bellas  Artes y que  mi humilde  morada  fue el  escenario  de  la  última  parranda  del inolvidable maestro Wicho Sánchez.        

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