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Las inquietudes de “The Economist”

Hay una realidad política incuestionable de lo que ha sucedido en los últimos meses.
En la última edición de la prestigiosa revista londinense, considerada una de las mejores del mundo, las inquietudes que comienzan a hacer eco en el exterior sobre lo que está viviendo Colombia no son nada tranquilizadoras: “el país como va, puede volver a la guerra”, señala la revista después de analizar los asesinatos de líderes sociales y otros episodios de violencia. Si a lo anterior se agrega otra reciente publicación de la misma revista sobre lo que pasa por aquí y en la que le hacía una recomendación directa al presidente Duque: “Presidente, sálgase de la sombra de Uribe y gobierne”. El mundo con razón comienza a preocuparse por Colombia.
 
Hay una realidad política incuestionable de lo que ha sucedido en los últimos meses en el país, y es la de que Duque jugó dos cartas, y con las dos perdió: la primera, volver casi que agenda de gobierno el caso Santrich y la segunda, apostarle a la  caída de Maduro, y no le salió ni lo uno ni lo otro.
 
El caso de Santrich se volvió una comedia que aún no sabemos si es para reír, llorar, para darnos rabia, o cualquier otra opción que se nos antoje. El problema no es de Santrich, a quien me imagino por estos días relajado, tomándose un mojito o un whisky, paseándose por los balnearios y restaurantes que le quedan a Caracas, y muy probablemente componiendo una nueva versión de la canción que le puede cantar por estos días a la Corte Suprema de Justicia de Colombia que más o menos puede decir así: “ Creen ustedes todavía que me voy a presentar ahora el nueve? Quizás, Quizás, Quizás”. El problema no es de Santrich, quien a pesar de su ceguera logró colocar unas llantas por una ventana, y el cieguito no se cayó, todo lo contrario, se voló.  El problema no es él, ha sido Duque quien casi volvió en agenda de gobierno la extradición de Santrich, y olvidó lo que pasa en el país y no se da cuenta que el desempleo sube, que la inseguridad aumenta, que los paramilitares han vuelto y la gente cada vez más desconfía de sus instituciones.
 
La otra apuesta que de lejos perdió Duque: a que Maduro caía después de la miniteca que organizó en el puente internacional aquí en el mes de febrero con invitados especiales, los presidentes de Paraguay y Chile. El problema es que la miniteca no le funcionó a Duque, todo lo contrario, Maduro le montó otra igual de sonora al otro lado del puente. Y después de ahí, no ha habido foro internacional, conferencia, entrevista en uno de sus múltiples viajes internacionales en los que Duque ha intervenido, y siga denunciando la dictadura de Venezuela, sus atropellos, su crisis y todo lo que ya sabemos. El problema es que nuevamente nuestro presidente se ha olvidado de su país, de su crisis, y que hasta los paramilitares se están armando nuevamente. 
 
Da la impresión política, que en noviembre cuando las encuestas comienzan a mostrar que Duque iba hacia abajo, hacia finales de enero, después del bombazo del ELN a la escuela de la policía, lo que hace el gobierno como estrategia de marketing es apuntarle a tumbar a Maduro y a extraditar a Santrich, y por algunos días esa estrategia funcionó. Está demostrado que en el mes de febrero, el presidente Duque, especialmente con el discurso de tumbar a Maduro, subió su popularidad a los niveles más altos que registra su gobierno. Pero pasó el tiempo, y Maduro no se cayó, y Santrich se voló, y los problemas de Colombia se agravan como lo dice The Economist. Es más, es muy probable que hoy domingo, Maduro y Santrich en Caracas, o con un mojito o con un whisky, allá en Caracas, los dos se estén burlando pero de Duque. Cosas de la política. Vamos bien presidente Duq ue, esperemos el nuevo editorial de los próximos días de la prestigiosa revista y así nos enteramos de lo que piensa Londres de Colombia.
Domingo, 7 de Julio de 2019
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