Casi siempre, cuando solemos destacar a una persona, como noticia nacional, escogemos a una de la elite, entendiéndose como tal, al mundo intelectual, empresarial o académico.
Esta vez, la gran prensa nacional e internacional, señaló a una humilde maestra de escuela, de la vereda Llano Grande, de Dabeiba, Antioquia, como el ejemplo más representativo, en el sublime ejercicio de enseñar la paz.
Se trata de una mujer, que había sido desplazada dos veces de su vereda por la guerrilla de las Farc, quienes habían llegado al extremo de obligarla a guardar, bajo amenaza de muerte, fusiles y explosivos, en los salones de la escuela donde trabaja, y a quien esa misma guerrilla le había secuestrado a un hermano y asesinado a su esposo, a la vez que la sustracción a la brava de algunos de sus alumnos, a quienes arrebataron de sus manos, habiendo tenido que soportar el llanto desgarrador de los niños, que le rogaban a la indefensa mujer, no los dejara llevar.
Hoy, este ángel de la paz, enseña a leer a los hijos de los guerrilleros desmovilizados, sin ninguna prevención ni rencor en su alma.
Habiéndose instalado, a menos de 200 metros, una zona veredal, para los exguerrilleros desmovilizados, este apóstol de la reconciliación, continúa enseñando tanto a los hijos de los victimarios, como a los descendientes de las víctimas , con el mismo amor y con la misma consagración.
En el inventario de palabras dibujadas por la maestra Mariela López, en el tablero de su escuela, jamás sus alumnos han leído las siguientes: odio, rencor o venganza, ni mucho menos, las expresiones “salir huyendo o corriendo de la guerrilla”.
En cambio sí han observado, nacidas de las manos benditas de su maestra, las palabras amor, perdón, bondad y reconciliación.
Esto último por cuanto los niños no tienen la culpa de haber nacido en tal o cual hogar.
Ellos jamás escogieron la guerra que desataron algunos de sus padres.
Lo que ha venido ocurriendo en esa escuela mucho tiene que ver con el coraje y el valor que les ha venido inculcando su inolvidable maestra, Mariela López.
Es gratificante observar a soldados, policías y exguerrilleros, disfrutando de un partido de futbol, en el que ellos son los jugadores que se divierten en la improvisada cancha adjunta a la respectiva zona veredal.
Hasta en esta clase de celebraciones, se observa ,en el ambiente del festejo, el alma de la maestra inolvidable.
