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Las listas cerradas atentan contra la democracia

La lista cerrada según mi criterio desestimula la participación política.

En la reforma política que se tramita en la actualidad en el Congreso de la República, se han incorporado algunas figuras que saltan a la vista y sobre las cuales es necesario fijar posiciones, por cuanto pareciera que no son del resorte ciudadano, pero lo cierto es que si afecta de manera drástica la posibilidad de participación de estos.

La denominada lista cerrada es un mecanismo electoral, tendiente a garantizar la participación en bloque de los miembros de un partido, fortaleciendo a este y dejando de lado los liderazgos individuales. Muy utilizadas en países monárquicos donde las designaciones a dedo, eran recibidas como un honor inmerecido de su máximo jerarca.

No se equivocan quienes defienden la lista cerrada al afirmar que fortalece los partidos, pues fue concebida con esa firme intención de elegir a la colectividad y no a los individuos, pero desconocen los aspectos sociológicos que esconden las mismas, pues las cosmovisiones son absolutamente diferentes. Colombia no tiene la madurez política requerida para la sana utilización de dicho mecanismo.

La lista cerrada según mi criterio desestimula la participación política, toda vez que se entrega el éxito electoral, como es lógico, a los primeros renglones de la lista y se frustra la posibilidad de los otros aspirantes de la lista.  El desestimulo se generaría por cuanto solo los aspirantes ubicados en los primeros renglones tendrían verdadero interés en participar, y por tener ese lugar de privilegio harían un mínimo esfuerzo pues su curul estría garantizada.

Lo más grave de la lista cerrada en países como el nuestro, donde ésta semana se archivó un proyecto que ponía un tope a la participación por tres periodos en las corporaciones públicas, es que de tener garantizado un buen renglón en la lista, tendremos congresistas de por vida, casi como monarquías legislativas. Y si de corrupción se trata, recordemos las razones por las cuales en el pasado eliminamos los famosos segundos renglones, que terminaron vendiéndose a prepensionados que por el solo hecho de asistir los últimos seis meses quedaban con jugosas pensiones vitalicias.

Considero que la lista abierta genera un sano interés de participación al interior de los partidos y obliga a cada aspirante a trabajar de la mano de los electores e invitarlos a acompañarlo en la contienda electoral motivados por su trayectoria e ideas. Votar por un partido, impersonaliza la participación y le resta interés al proceso, lo que agrava el abstencionismo que en Colombia históricamente se ha establecido en cerca del 60%.

Las listas cerradas concentran la atención, más que en el proceso electoral, en la escogencia interna del partido, donde en el pasado hemos observado actuaciones al interior de estos, que dan cuenta de inconformismos,  por lo que al parecer no fue el mejor trato a sus copartidarios y que degeneraron en pugnas y rivalidades que desmembraron colectividades. 

Por ello considero que no es el momento político para este mecanismo, que puede haber funcionado en otros países, pero en el nuestro está llamado a fracasar dado que las listas cerradas atentan contra la democracia.

Viernes, 26 de Octubre de 2018
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