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Las muchachas procaces
Me parece horrible verlas borrachas, drogadas y hablando estupideces.
Martes, 18 de Septiembre de 2018

En  pleno  mes  de  amor y  amistad, cuando  las  personas  deberían contagiarse  de  los  mensajes románticos y delicados, mientras el  lunes  pasado regresaba  de  la Universidad luego  de dictar algunas  clases, abordaron  la  buseta  en  que  me  trasportaba  varias  estudiantes,  al  parecer de la  Facultad de  Ciencias  Agrarias  y del  Ambiente,  por los  temas  que trataban,  luego  de  presentar  una evaluación.

Los  jóvenes ocuparon  la  parte  trasera  del  vehículo y se  dedicaron  a  rebelar algunas  de sus  pilatunas durante  un  examen,  haciendo énfasis  en las  trampas ,  o, ´pasteles´ como las  denominan los  paisas ,  que  incluían los  papeles que  se  introducían  las  mujeres  dentro de  sus  senos,  obviamente  con  algunas  fórmulas  químicas o datos  complicados.

Los  madrazos para  los  profesores que los  sorprendían y sancionaban , lo  mismo que para  los  compañeros que no  les  ayudaban  a  responder las  preguntas  o  problemas.

Las  carcajadas complementaban las  palabras  de  “grueso calibre”,  y por  las  obscenidades que abundaban en  las  estudiantes,  cualquier desprevenido que  viajara  en el  automotor  del  servicio  urbano,  perfectamente podría  imaginarse  que  las  pasajeras provendrían de  alguno de  los  burdeles que abundan durante  el  trayecto.

De acuerdo  con el  acento  de las  agitadas universitarias, algunas  provenían de  la  costa  Atlántica  y otras  del  interior  del  país. La procacidad con  la que  se  comunicaban, posiblemente se  debía al guayabo  o  resaca  del  pasado fin  de  semana,  porque comentaban  con un  aire libertario, las  botellas  de aguardiente que habían  consumido.

El  acto  bochornoso que  escuché, me  obligó  a  hacer varias  reflexiones sobre las  transformaciones que  ha  tenido el  comportamiento  de las  mujeres en la  actualidad.

Recordé las  vespertinas bailables  de mis  entonces  compañeras de la  Normal Francisco Fernández de  Contreras: cero licor, palabras  dulces y  discretas. Comportamiento  recto en  general.

No quiero censurar la  forma  como las  jovencitas  actúan  en  esta  época, pero  me  parece horrible  verlas  borrachas,  drogadas y hablando estupideces. Pero sus  padres perdieron la  autoridad y poco  se  preocupan  por  saber  dónde  están  y  qué hacen.

En  varias  ocasiones  he  corregido a las  estudiantes que adoptaron  la fastidiosa  costumbre de  tratarse de ´maricas´,  quizás  como sinónimos  de amiga, llave,  parce, pana,  etc.

De manera paradójica, las  futuras  profesionales están  destruyendo nuestro  idioma, usando algunos vocablos,  que  están  muy  distantes de  las  mujeres  más  humildes  y casi  que  iletradas.

Los  profesores que dictan  las  asignaturas de Comunicación o  Expresión escrita  u  oral, deberían insistirles a  sus estudiantes sobre la  necesidad del  buen  uso  del  Castellano para  que no  se  repitan hechos  tan  repudiables  como el  que  me  tocó presenciar.

Si es lamentable y repudiable escuchar a los  muchachos con la  jerga que han copiado de  otras  regiones,  y  que  incluso la  han  adoptado  de algunas  series  violentas  de la  televisión privada, lo  es  peor cuando las  palabras obscenas y  procaces provienen de jóvenes,  que  externamente inspiran  dulzura  y  poesía.

Las  reivindicaciones que  han  conquistado las  mujeres  en  el  mundo  son más  que  justas  y  merecidas,  pero  por favor, no  traten de  igualarse  o  confundirse con  las  actitudes de los  machos violentos y  chabacanes.

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