Como es normal en pueblos grandes o ciudades pequeñas, como la nuestra, los dichos se vuelven costumbres y de tal manera algunos lugares se tornan emblemáticos, como ocurre con el céntrico Parque 29 de Mayo, denominado antiguamente Santander y ahora llamado “parque de las palomas caídas”.
Para entrar a explicar las razones por el apelativo tan expresivo, el conocido sitio, al frente de la catedral de Santa Ana y del palacio de gobierno municipal, sus bancas, en su gran mayoría, son ocupadas por pensionados o en su defecto veteranos que ya deberían haber cumplido con sus compromisos o goces sexuales.
También se volvió normal que el lugar recreativo sea ocupado por los vendedores ambulantes, en su mayoría de origen venezolano, desocupados o varados , como se dice en el argot popular , y también por señoras , que por falta de oficio o porque ya se cansaron de trabajar, hacen las veces de grabadoras o cámaras de televisión.
Debido a lo anterior, hay un gran número de “excombatientes amorosos“ que están plenamente identificados por los “reporteros ocasionales” y que conforman el cartel de los libidinosos, no obstante que sobrepasen los setenta años de edad, que conserven a sus esposas y son abuelos o bisabuelos.
El renacer sexual lo han provocado un grupo de jóvenes atractivas, provenientes del vecino país o criollas, como les dicen de manera despectiva. Para completar el milagro, los vendedores de productos mágicos para revivir a las palomas, especialmente el ´mero macho´, asedian las bancas donde se dan las transacciones placenteras.
Dentro de las oferentes sexuales, se especula que hay muchachitas de catorce a dieciséis años, lo que representa un delito sexual, aparte de la adquisición de enfermedades tan temibles como la gonorrea, sífilis o el VIH.
Los precios están sometidos a los efectos de la oferta y demanda, permiten el regateo, y en temporadas de abundancia , un ratico de placer cuesta veinte mil pesos, sin contar obviamente con el alquiler de la pieza, en los hoteles de los alrededores o apartamentos cercanos.
Dentro de los vendedores ambulantes o estacionarios, no faltan los que ofrecen bebidas tonificantes como el jugo de borojó y otras sustancias que supuestamente producen el milagro de revivir a las maltrechas palomas.
El club de los viejos verdes aumenta de manera vertiginosa y las jovencitas decentes se abstienen de pasar frente a las bancas periféricas para evitar que sean desnudadas imaginariamente.
Según los informes de los periodistas espontáneos, la impúdica actividad comienza a partir de las cuatro de la tarde y los clientes están debidamente identificados, aunque falta por establecer si las esposas, hijos, nietos o biznietos están enterados de las aventuras de los intrépidos neo machos, que para aprovechar las oportunidades que no tuvieron cuando eran jóvenes y solteros, hacen todo lo posible, hasta exponer sus limitadas vidas , para reactivar a sus cansadas palomas.
Por lo anterior, es común que durante los finales o comienzos de mes, por las redes sociales circulen imágenes de voluptuosas mujeres desnudas exhibiendo sus zonas pecaminosas, en razón a que durante esos días los pensionados reciben sus mesadas , de tal forma que ellos entren a participar en el carnaval del sexo.