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Las soluciones pendientes

Volver trizas el acuerdo con las Farc sería regresar a Colombia al laberinto del conflicto armado.

Son muchos los problemas que asedian a los colombianos. 

Lo cual debiera suscitar el interés común en las soluciones requeridas en vez de promover más distanciamientos y odios que llevan a la agudización de las diferencias con cierto ánimo de pugnacidad.

Es normal que se tengan posturas contrarias y se lleven a debate.

 Es lo democrático y es un ejercicio mediante el cual se puede llegar a conclusiones de mayor acierto, en vez de acomodarse a la unanimidad sin el rigor de la argumentación.

Lo que no puede tener buen recibo es la ligereza con que muchas veces se deciden asuntos públicos que exigen acierto en el tratamiento que se les da.

El mismo presidente Iván Duque consideró necesario buscar un acuerdo para sacar adelante iniciativas que le sirvan a la nación para salir de estrecheces. 

Pero esto impone dejar atrás todo aquello que ya ha demostrado su inutilidad. 

No se debe insistir en la repetición de los desatinos así se les presente con maquillaje renovador.

Si se trata de darle fluidez al desarrollo económico y social, no tiene sentido cortarle las alas a la paz. 

Volver trizas el acuerdo con las Farc sería regresar a Colombia al laberinto del conflicto armado. 

Porque impedir los cambios que deben garantizar el Estado social de derecho es contrariar la satisfacción de una necesidad que no se puede seguir minimizando.

El acuerdo de que se habla debe servir para cerrarle todos los caminos a la corrupción. Se trata de un mal cuyos efectos devastadores le han creado al país una situación de emergencia inocultable. Todo lo que está en esa órbita tiene un peso aplastante. Los hechos que se conocen así lo demuestran. Es un tejido áspero, pues las puntadas de que está hecho son corrosivas a profundidad, como se ha demostrado.

Los capítulos de la corrupción en Colombia son un aporte al descarrilamiento generalizado. No es sino repasar ese cuadro de repetidos actos punibles, de los cuales son responsables destacados dirigentes. Ellos han utilizado el poder y la política para explotarlo y usufructuarlo de manera dolosa, fraudulenta y criminal. Han procedido con avaricia insaciable sin importarles el daño que le han dejado al país.

A los estragos provocados por la corrupción, que es un monstruo de muchos tentáculos, hay que agregarle el debilitamiento de la justicia respecto a ese mismo fenómeno. Los responsables de los delitos que de allí resultan no han recibido la sanción que les corresponde, lo cual es una forma de complicidad y desalentador.

El cuadro de los problemas provenientes de la corrupción tiene un surtido de muchas variables. Configura problemas que a su vez engendran otros males. Y así se han acumulado desajustes de todo tipo.

Colombia tiene entonces descarrilamientos de alta presión, los cuales exigen salidas que no deben aplazarse por más tiempo. No puede ser que además de no agilizar la solución de los problemas se creen otros por la insistencia de no tomar en cuenta la realidad que está presente cada día con toda su carga de nociva incidencia.

Puntada

La salida de Daniel Coronell de la revista Semana es un hecho lamentable para el periodismo colombiano, no solamente por la incertidumbre que genera respecto a la libertad de opinión en los medios, sino por la baja que representa en la investigación de hechos de interés público.
ciceronflorezm@gmail.com

Sábado, 1 de Junio de 2019
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