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Literatura y memoria histórica
El cine ya no lo es todo; en la actualidad tenemos acceso a canales como HBO y a innumerables plataformas que crean y reproducen millones de historias.
Jueves, 13 de Junio de 2019

Digan lo que digan, la ficción también construye realidades. Esto lo prueba Frédéric Martel en su investigación publicada en el libro Cultura Mainstream. Martel, una vez más, pero con datos sólidos y entrevistas a personajes claves, llega a una conclusión que se orienta a lo que siempre sospechamos desde que existe Hollywood: toda esa industria ha servido, entre otras cosas, para que el mundo se convenza de que los Estados Unidos son la única potencia democrática y benefactora; además, de que el inglés, en todas las esferas y escenarios, es la lengua sin la cual podremos vivir. Y sí… lo lograron. Lo lograron, en gran medida, gracias a las películas de Hollywood. Hollywood es todo un proyecto además de económico y cultural (aunque todo es parte de lo mismo), político.

Hoy, la ficción sigue construyendo realidades, pero esa misma ficción es más diversa. El cine ya no lo es todo; en la actualidad tenemos acceso a canales como HBO y a innumerables plataformas que crean y reproducen millones de historias. Hablo de HBO porque sus dos últimas grandes producciones nos ha enviado un mensaje potente: la memoria es y será el patrimonio más grande de los pueblos. En el caso de Game of Thrones la misiva fue contundente: Bran Stark, como representación misma de la memoria histórica de toda la estructura narrativa de la serie, terminó siendo el rey. Como único portador de las historias de su pueblo, fue el llamado a gobernarlo.

En Chernobyl, el último éxito de HBO, la historia es en sí misma un documento activo de memoria. Las discusiones están abiertas en materia de lo que es verdadero o falso en la trama; se inspira en gran medida con el trabajo literario y periodístico de Svetlana Alexievich; da una versión de lo sucedido en el accidente nuclear de 1986… Sin embargo, lo que más se resalta en la serie, es el carácter humano de lo sucedido. Como lo afirma la autora Premio Nobel de Literatura en 2015 en su escrito, “este libro no trata sobre Chernóbil, sino sobre el mundo de Chernóbil... la historia omitida, las huellas imperceptibles de nuestro paso por la tierra y por el tiempo”. 

Más allá de las reacciones químicas que ocasionaron la tragedia, la serie se centra en las reacciones humanas que se derivaron. Y esto es memoria. Revivir la condición humana, y las emociones que causaron un dolor, y las consecuencias físicas y sensitivas, y los hechos en los que se enmarcan todas estos fenómenos, es memoria. Hoy los miles de espectadores que han visto la serie saben que algo ocurrió en 1986, en una central nuclear ubicada en el norte de Ucrania. Hoy ellos saben (sabemos) que por cuenta de las malas decisiones políticas y, la búsqueda del poder, millones de víctimas sufrieron y siguen sufriendo las consecuencias. 

Tal vez sea mi sesgo y mi sesgo es fuerte. Él me hace pensar que todo ejercicio que edifique procesos de memoria y la dignifique, merece un reconocimiento porque es un avance. En tiempos en los que una vez más se desea con ímpetu desaparecer lo ocurrido en diferentes contextos, toda voz que se alce en búsqueda de la memoria es digna de ser amplificada.

Game of Thrones, como sabemos, está inspirada en la saga conocida como Canción de fuego y hielo, escrita por George Martin. ¿Ficción? Sí. ¿Con un final escrito por otro equipo de guionistas? También. Sin embargo, lo cierto es que 17,4 millones de espectadores en todas las plataformas de HBO pudieron concluir que la memoria importaba. Tanto, que era la única en merecer gobernar un pueblo. Chernobyl, inspirada en gran medida en el libro Voces de Chernóbil, de Stevlana, encuentra en esa joya periodística y literaria un sólido insumo para contarnos lo que allí se sintió. No tanto lo sucedido, sino lo sentido. ¿Ficción o realidad? ¿Solo ficción? ¿Un híbrido? ¿Un híbrido tal y como lo es la buena literatura? Como lo queramos ver; pero, en estos momentos, todo ejercicio de memoria se hace necesario. Tanto aquellos que buscaron ponerla en el centro desde el inicio, como quienes la encontraron en el desarrollo de la historia. Como en toda historia.

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