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Llegó el 2020

Empezamos 2020 en Cúcuta con una gran esperanza, no exenta de algo de escepticismo.

Hace un año por la misma época, escribí una columna sobre el nuevo año que llegaba, en ese momento 2019, y me parece un buen ejercicio registrar que de lo que allí se decía se produjo, que no, y que se puede proyectar para el 2020.

Refiriéndome a lo local y regional, mencionaba que el año iba a estar signado por las elecciones, decía que era otra oportunidad de las ciudades de no seguir hundiéndose en la mediocridad y la corrupción, y la ciudadanía en muchas ciudades cumplió, ahora esperamos que los nuevos gobernantes enderecen en el rumbo y tengan claro que el desarrollo, a diferencia de lo que se pregona en lo nacional, el centro del desarrollo es lo local-regional. 

Empezamos 2020 en Cúcuta con una gran esperanza, no exenta de algo de escepticismo.

En lo nacional mencionábamos que estábamos anhelantes que el presidente Duque diera línea en cuanto al futuro del país, en temas como el modelo de desarrollo, la seguridad y la migración, pero llegamos a principios del 2020 en medio de la misma nebulosa en que termino el 2018, solo que con una izquierda que, apoyada en los nuevos tribalismos sociales, está retando al gobierno para que incorpore su agenda, a lo que el presidente responde con un sí, pero no. 

Pasadas las elecciones regionales, nos enfocamos hacia las próximas presidenciales, y la actitud del presidente Duque hace temer que sólo las opciones extremas tendrán opción en la siguiente campaña. 

Ya se vio en Cali y Bogotá el actuar de los combos “socialistas”, y eso no va a caer en saco roto. 

Se cumplió mi vaticinio que el gobierno Duque iba a ser el equivalente del gobierno de Weimar del período entreguerras. Seguiremos dos años más en el neblinoso gobierno de Duque. Bienvenidos a la despolarización.

La agenda subcontinental seguirá marcada por el caso Venezuela, que parece haberse estancado como Cuba, en la miseria y la expulsión de su gente. 

Influirá grandemente el proceso de Trump ante el Congreso de su país y la búsqueda de la reelección. 

México y Argentina seguirán la senda del subdesarrollo populista y la debilitación del estado; ya vimos a AMLO rendirse ante los carteles al querer capturar un hijo del Chapo Guzmán. 

El problema sigue siendo, que gobiernos no populistas como el de Duque siguen la inercia político-económica coyuntural, y no dan el giro hacia un verdadero modelo de desarrollo, lo que abre el camino al populismo de izquierda. 

El caso de Brasil deberá mirarse atentamente, pues de lo que haga en 2020 Bolsonaro dependerá la senda brasileña. 

Hace un año mencionábamos que en lo internacional los titulares se los llevará el conflicto económico Estados Unidos-China, y esto se disminuirá en el 2020. Pero mencionaba, y se cumplió, que hacia mediados del año 2019 podríamos tener sorpresa grave en las mediciones de emisiones de gases efecto invernadero, responsables directos del cambio climático, y en especial del calentamiento global. Algunos cálculos mostrarían que se pasó el punto de no retorno en cuanto a la contaminación antrópica, y que la reunión COP 2020 sobre cambio climático, que se iba a concentrar en los compromisos de cada país con el total de emisiones, será más bien el escenario de la autopsia del cadáver de las buenas intenciones de reducir las emisiones de CO2 y metano. La reunión de Madrid, el pasado noviembre, fue una decepción. Todos tendrán una explicación, pero nadie la intención de enderezar el rumbo. Y aunque Colombia es un actor minúsculo en este tema por su bajo desarrollo industrial, sólo nombrado por la destrucción de bosque en aras de sembrar coca, es muy diciente como el país se dieselizó y a puntas de “estudios dirigidos” hizo de este hidrocarburo un “combustible limpio”, oyendo a personajes como el saliente alcalde de Bogotá decir que los nuevos buses de Transmilenio con motores euro 6, era prácticamente como tener motores eléctricos. Y con la ideologización irracional que todos estos temas han adquirido, como el fracking, por ejemplo, enrumbar el planeta hacia un mayor control del daño ambiental parece un imposible.

Me intriga como estos riesgos se dan simultáneos a la irracionalidad de las expectativas de la gente, quien entre ideologizados e inocentes, buscan lograr por la fuerza de las marchas enderezar lo que sólo se logra con unidad e inteligencia, debido a los riesgos que se plantean en este nuevo mundo. Un solo ejemplo, el fracking a quienes más afecta es a las grandes petroleras que por más de un siglo han vendido los hidrocarburos contaminantes que hoy nos tienen en un punto de no retorno. Parece que, así como creamos los mecanismos de extinción, desarrollamos las competencias de irracionalidad para no darnos cuenta de ello.

Sin embargo, Feliz Navidad y un “relativamente buen” año nuevo 2020.  

Bogotá, diciembre de 2019

Sábado, 21 de Diciembre de 2019
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