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Los jóvenes huyen, los viejos se quedan

Por la situación que viven en Venezuela.  

Me llama un viejo amigo para decirme que está de paso en la ciudad, vino a despedir a su hijo venezolano y hasta ahora residente en Caracas. 

Por la situación que vive en Venezuela, tomó la decisión de viajar y radicarse en Chile. 

Unos panas suyos que se fueron antes le dieron los datos de cómo hacer el viaje y de cuáles son las posibilidades reales de encontrar allí una vida mejor. Este es un ejemplo de lo que le está pasando a los jóvenes venezolanos. 

Para escapar a la crisis otros muchachos con menos recursos económicos, tienen que vender las pocas pertenecias que todavía les quedan y si tienen algún valor, con el producido llegan a esta ciudad para viajar en un bus durante tres días para llegar a Lima con un costo de 300 dólares. 

Pero hay otros con una situación más precaria y no consiguen el dinero para costearse el viaje de la ilusión que los llevará a Ecuador, Perú, Chile o quedarse en la primera parada, aquí en Colombia. 

Estos son los que corriendo todo tipo riesgo inician una caminata desde el puente internacional y no saben hasta dónde puedan llegar. Con ellos cargan morrales o arrastran pequeñas maletas con lo necesario para la travesía.

El desfile de los caminantes en un principio era esporádico por la carretera que de Cúcuta los lleva primero a Pamplona y de allí al interior del país, en grupos de cinco a diez muchachos, pero en los días recientes han crecido en número e incluyen ahora a mujeres y niños. 

Se van porque prefieren huir, no quieren permanecer en un país sin esperanza, donde se quedan los más viejos, los que no pueden abandonar lo poco que todavía les queda.

Quedarse a vivir en su patria para estas personas no es fácil, “la situación no aguanta” es lo que dicen cuando se les interroga por sus razones para irse al exterior. 

Son el futuro del país, la fuerza productiva, a cambio prefieren pasar las no pocas vicisitudes que deben enfrentar con un azaroso viaje y la búsqueda de empleo en otro país con la esperanza de conseguir algún capital para sobrevivir y girar a quienes se quedaron en  casa con la angustia de verlos partir. 

Contando con que sean bien recibidos donde quiera que se asienten y sea poca la xenofobia que los pueda rechazar.

Lo grave es que la solución no se atisba. 

Los que están aferrados al poder  están de espaldas a una realidad social que simulan desconocer, han forjado una crisis económica que pretenden solventar con paños de agua tibia aumentando el salario mínimo, quitándole ceros a los billetes, lanzando criptomonedas. 

Son las decisiones de mando y el manejo de la economía de un país conducido bajo los criterios del Socialismo del Siglo XXI, iniciado en la demagogia de un líder que ya no está pero no importa, quienes le han sucedido lo superaron en ineptitud. 

Mientras tanto la oposición debate, se divide, se arruina con el paso del tiempo y su capacidad de liderazgo cae.  

Entre tanto, la comunidad internacional hace tibios intentos de respaldo al pueblo venezolano y condenas al actual gobierno, pero no pasa de unos debates en la OEA que ni siquiera logran un consenso para redactar una carta y menos para aplicar sanciones.  Por los jóvenes que huyen y los viejos que se quedan, es urgente una solución a la crisis de Venezuela.

Domingo, 29 de Julio de 2018
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