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Los senderos bajo los rastrojos
Es como salvarse uno del holocausto con la altivez de las ideas y esa tremenda ilusión de encender el fuego del alma para renacer.
Domingo, 13 de Diciembre de 2015

¿Qué ocurre mientras va pasando la existencia? Creo que una etapa de prevención, sólo de ajuste, que se da para sembrar en el alma la paciencia y nutrirla de templanza, junto con la prudencia y las demás virtudes que acrediten el desarrollo del ser humano: es una meta que parte del compromiso individual de mejorar.

Los secretos del destino se van revelando a los intrépidos, a quienes buscan incesantemente vencer las limitaciones de su dimensión mortal, a los que creen en la eternidad y se prueban en el crisol de las faenas arduas, los problemas y los aceptan, además, porque saben y tienen el poder de pensar, de salir avante y hallar la ruta primaria de los senderos que se esconden bajo los rastrojos.

La sensación de estar uno perdido en el ciclo del destino, se calma un poco cuando la serenidad del pensamiento busca explicaciones, más profundas, acerca de la existencia. Y se vuelve optimista cuando ese mismo destino le demuestra que es bueno, y que su juego no es más que el disfraz con que engaña a los incautos.

Entonces uno puede creer (esperar) que es más que un modo del entretenimiento, del azar, con el que se distrae el tiempo. Sus lecciones son para incentivar la lucha por la vida, el esfuerzo constante por demostrar que las opciones de realización personal valen, tanto más, cuanto más esperanza se tenga.

Aprender a identificar sus trampas es una de las maneras de madurar y dar solidez a nuestra forma de actuar frente a los retos; es instruirse en apartar del camino los desechos del mundo superficial, que son la mayor y más peligrosa emboscada, es proclamar la independencia de criterio a los vientos, para avanzar con hidalguía hacia el porvenir.

La vigencia de la felicidad está en proporción directa con el gozo moderado de los bienes presentes y con la ardorosa aspiración a respetar el derecho, innato, de ser ella una especie de euforia que se va nutriendo de sus propios logros, en una coyuntura creciente en fertilidad, en amor por la vida.

Es como salvarse uno del holocausto con la altivez de las ideas y esa tremenda ilusión de encender el fuego del alma para renacer, todos los días, con la visión maravillosa de haber aprendido un poco del ayer.

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