Ni siquiera por excepción el Estado colombiano ha tenido la cultura entre sus prioridades. 

Claro que la propaganda oficial muestra una versión inflada, poco cierta. Se diseñan planes que no se cumplen. 

Y el prestigio de escritores, artistas, científicos y, en general, intelectuales que han sobresalido no solamente en la nación sino también en todo el mundo, se presenta como un activo articulado a políticas públicas. 

Y cuanto es parte de ese patrimonio común no se estima en lo que es.

La verdad es que los recursos destinados a la promoción de la cultura o al fomento de las expresiones que la configuran siempre están por debajo de los costos que generan. 

Y ese desnivel va acumulando atraso en los programas y las metas propuestas.

Ese déficit en los presupuestos destinados a la cultura es común en el país. Siempre falta el centavo para completar el peso. 

Se ha vuelto una ocurrencia constante a pesar del reconocimiento que se hace de la importancia de la cultura en el engranaje económico y el desarrollo social.

Con respecto a la Fiesta del Libro que anualmente se lleva a cabo en Cúcuta se padece el mismo problema de recursos insuficientes, no obstante ser el evento cultural más importante de la región, con resonancia nacional por el contenido de la programación, la prestancia de quienes intervienen en los actos, la concurrencia de público y la funcionalidad de la organización.

Si bien es cierto que hay aportes de los gobiernos del departamento Norte Santander y el Municipio de Cúcuta, de universidades, entidades nacionales y empresas del sector privado, también hay que aceptar que esas contribuciones no alcanzan para cubrir todos los costos, que están por encima de lo presupuestado.

Julio García-Herreros ha cumplido una gestión de exactitud y eficiencia y ha puesto la Fiesta del Libro en un nivel relevante. El evento tiene fortalezas  tanto cuantitativa como cualitativamente. Pero se hace necesario aumentar sus recursos.

El gobernador William Villamizar, que tiene como meta de su administración “Un Norte productivo” y está en el ánimo de jalonar políticas de progreso para la región, sabe que la cultura es columna vertebral de sus empeños.

El acompañamiento de la Alcaldía debe responder también al objetivo de poner la Fiesta del Libro en la órbita de los grandes acontecimientos.

Sin ese cauce será imposible navegar hacia destinos que propicien emprendimientos decisivos. Al respecto, no caben concesiones de conformismo.

La Fiesta del Libro debe seguir con mayores bríos y convertirse en evento de identidad cultural del departamento perdurable en el tiempo. Esto impone la suma de esfuerzos y de aportes tomando en cuenta las nuevas exigencias.

Puntada

Lo que dijo el Papa Francisco en Colombia debe ser guía para los católicos que asumen su religión como causa de creencias de mera ficción. Tienen que saber que la verdad y los derechos cuentan en la vida de las personas.