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Memorias de una campaña
El preconteo le dio a mi candidatura 2.527 votos y no alcanzamos la curul por la que nos esforzamos tanto.
Domingo, 21 de Octubre de 2018

“Vivimos de lo que conseguimos, pero hacemos una vida de lo que damos”. Winston Churchill.

Recuerdo con especial alegría el día que tuvimos la osadía de comenzar un movimiento político que pretendía cambiar la manera de hacer política en Cúcuta. 

Ocho años atrás, a 2.600 metros más cerca de las estrellas nos encontrábamos un grupo de cucuteños que habíamos tenido la oportunidad de cursar los estudios universitarios en la capital colombiana. 

Inquietos e inconformes por observar el destino de nuestra región desde la fría capital, nos interesamos por influir en el bienestar de la sociedad y decidimos intervenir en las elecciones locales al Concejo con una vaga idea sobre estos temas, pero impulsados por una sola pasión: el amor por la tierra que nos vio crecer.

Ajenos a la realidad sobre el manejo electoral de la ciudad, llegamos confiados en que la tarea iba a ser posible a pesar del trabajo y la disciplina que requería. 

Valiéndonos de la academia y apoyados en los círculos de amigos, emprendimos un plan de acción para recolectar toda la información posible sobre la ciudad, las necesidades de su gente y todas las variables demográficas, sociales y económicas que nos fueran útiles para llevar a cabo nuestro proyecto político. 

Luego, teniendo unas propuestas y un equipo calificado, nos lanzamos al ruedo por los barrios, a plasmar nuestra ideología, pero fue allí, donde empezamos a presenciar el divorcio del “deber ser” con el “hacer”.

Cuando se mira el escenario político desde afuera, es fácil criticar y señalar cada rincón de un gobierno, tildando de corruptos hasta el último y apartado miembro de cualquier administración. 

Pero cuando se estudia y se experimenta desde sus raíces el ejercicio del servicio público, en este caso de una campaña local, nos encontramos con una sociedad golpeada, herida e indignada, pero a la vez pasiva. 

Líderes comunitarios con intenciones loables y otros no tanto, servidores públicos que trabajan seriamente y otros que lo hacen en beneficio propio y solo por mantener “la cuota”.

A pesar de lo anterior y generando el efecto contrario, el panorama dado hizo que tuviéramos más ganas de sacar la campaña adelante. Trabajamos incansablemente y construimos una propuesta sólida y de gran acogida frente a las comunidades, basándonos en el emprendimiento como motor fundamental para generar desarrollo en la ciudad. Y sumergidos en la contienda electoral, era curioso observar como otros candidatos tenían discursos y acciones de todo tipo; desde la clásica hallaca o bulto de cemento para enamorar conciencias, hasta la promesa de entregar miles de casas gratis. La angustia económica en los sectores más humildes de Cúcuta y años de desilusión y decepción de la ciudadanía frente a sus dirigentes, hacían que las propuestas más quijotescas se convirtieran en una ilusión para volver a confiar. 

En conclusión, el preconteo le dio a mi candidatura 2.527 votos y no alcanzamos la curul por la que nos esforzamos tanto. Sin embargo, fue una experiencia enriquecedora donde conocimos excelentes personas, gente valiosa en todos los rincones de la ciudad. El grado de comprensión de una sociedad crece de una manera increíble y entre las decepciones, alegrías, fracasos y logros, entendimos que las iniciativas las podemos fortalecer con el tiempo. Hoy, 22 de octubre del 2018, me llena de optimismo expresar que el proyecto iniciado años atrás no descansará hasta que, después del aprendizaje necesario y potenciando los liderazgos colectivos, logre cumplir los objetivos por los que nació; exigirnos a ser mejores, servir y trabajar por nuestra querida Perla del Norte. 

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