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México: Voluntad de acero y corazón valiente

Aún luchan contra la dificultad que tiene la ciencia hasta ahora: los sismos no se pueden predecir. 

-Después de dos sismos de alta intensidad México está de pie-

Un 19 de septiembre, hace 32 años, México sufrió un desbastador terremoto que causó más de 10 mil muertes.  Este año, en la misma fecha, a pesar de los mecanismos de alerta como la alarma sísmica y de la preparación de la gente en constantes simulacros, se han contabilizado unas 200 muertes. De nuevo edificios cayeron, se dieron explosiones y el distrito federal en el que viven unos 25 millones de personas, colapsó.

A todos sorprendió que el epicentro no fue en la costa pacífica, sino a unos 125 kilómetros de la Ciudad de México, por lo que no hubo tiempo de maniobra entre el sismo y la alerta. Hubo sólo 20 segundos entre la alarma y el movimiento. Si se hubiese dado en la costa, el tiempo de anticipación hubiese sido de 50 segundos. Esto debido a que las ondas sísmicas superficiales que son potencialmente dañinas viajan a velocidades entre 3.5 y 4.0 Km/segundo y tardarían entre 75 y 85 segundos en recorrer los 300 km entre la costa y el DF.  Entonces, el sistema, tomaría unos 25 segundos para la detección y la trasmisión del mensaje de alerta.

El servicio geológico nacional de México ha avanzado mucho. Sin embargo, aún luchan contra la dificultad que tiene la ciencia hasta ahora: los sismos no se pueden predecir. 

No obstante, lo que el mundo tampoco pudo predecir fue la respuesta del pueblo mexicano. Sencillamente estallaron en solidaridad por el otro. Las redes sociales fueron el mecanismo para la auto-organización de los esfuerzos de ayuda. Sin esperar convocatoria la gente salió a ayudar con los medios que tenían a mano. 

De forma inesperada y sin orden de por medio, se formaron cadenas humanas que traían picas, palas, seguetas, porras, baldes, personas en vehículos de carga. Todos llegaron a remover escombros con la certeza de salvar alguna vida, humana, de mascotas o de cualquier otro tipo.

Se generó coordinación a través de señas. Se alzaban las manos para pedir silencio, para escuchar a quien pedía auxilio. Llegaron arquitectos, médicos, ingenieros; llegó el agua y las medicinas. Llegó más ayuda y más esperanza ante la tragedia. La angustia y la tristeza, se tornó en fuerza y tenacidad. 

Miles de mensajes en Facebook y twitter pedían compartir el wifi de los teléfonos para que quien estuviese bajo los escombros se pudiera conectar con su celular y enviar mensajes de auxilio. En las mismas redes se pedía ayuda o se daba orientación. Cadenas de restaurantes preparaban comida para damnificados y ofrecían menús gratis. Compañías telefónicas liberaban capacidad de datos y daban servicio gratuitos para que conectar a todos, unir y tranquilizar a las familias. Personas en la calle disponían carpas con alimentos para abastecer no solo a los damnificados en los albergues, sino a los rescatistas. Centros educativos se habilitaban como albergues y todo su personal como voluntario.  Empresas de turismo ofrecían llevar ida y vuelta a rescatistas. Empresas de transporte disponían sus camiones, choferes, tripulación y combustible para transportar donaciones, vivieres materiales. El metro operaba gratis. Se ofrecían grúas industriales para remoción de escombros. Y no menos importante, los servicios funerarios también se daban gratis.

Se abrían páginas web para coordinar ayuda nacional e internacional como http://comoayudar.mx. Mapas en google actualizaban en tiempo real de derrumbes, albergues, hospitales y  voluntariado en la ciudad de México. La cuenta @topos en twitter daba información importante de cómo ayudar. Google activaba un servicio de búsqueda de personas. Listas de niñas y mascotas rescatadas circulaban.

Aún, y con ese mismo espíritu, siguen apareciendo formas de ayuda sin más orden que la que da la razón y el amor por la humanidad. El mismo amor que mueve a Nadya Gershenson, una rusa que vive en ciudad de México, y que a través de su cuenta de Facebook no para de conectar personas y ayuda a través de sus mensajes.

Todo las acciones que han resultado de la tragedia en México,  ha promovido el aprendizaje colectivo y la solidaridad. La gente ha demostrado que ser solidario es ser responsable, participativo e incansable. Tembló el suelo mexicano, pero también tembló el mundo cuando México nos demostró tener voluntad de acero y el corazón valiente. 

La lección que nos dan hoy los mexicanos es que no debemos abandonar a nadie. Hoy México es más lindo y más querido porque le da al mundo ejemplo de valor, porque está de pie.  #NosNecesitamos.  Viva México!

Viernes, 22 de Septiembre de 2017
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