La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Minimizar los daños
El afán solidario por servir a las víctimas hizo que se repitiera una historia que terminó en ficción.
Sábado, 23 de Septiembre de 2017

Los hechos recientes nos dejan importantes lecciones que debemos tener en cuenta para minimizar el efecto de una catástrofe de origen natural. 

No se puede anticipar la fecha ni la hora en que ocurrirán los sismos, pero si se conocen de tiempo atrás las zonas con mayor riesgo de temblores, entre ellas está nuestro país y nuestra región. Aquí los terremotos fueron devastadores en el 1875 y 1950. 

La desgracia ocurrida esta semana en Ciudad de México y sus alrededores, justo cuando se estaba haciendo memoria que hace 32 años habían asistido a un mortífero movimiento de tierra y también por coincidencia, luego de haber realizado un simulacro para prepararse y estar alerta ante una nueva eventualidad de este tipo. 

Estar listos sin embargo no pudo prevenir la muerte de 225 personas entre ellos muchos niños, según informes recientes, los mismos también hablan de 3.848 inmuebles con algún tipo de daño y 38 edificios colapsados, en una ciudad de un poco más de 20 millones de habitantes. 

Lo que más han aprendido los mejicanos de los terremotos es la respuesta solidaria e inmediata que les infunde el deseo de ayudar, para socorrer a quienes hayan sobrevivido a los estragos; por eso se vuelcan a los sitios donde las casas y edificios se derribaron y comienzan una tarea al principio en desorden pero a medida que las autoridades se hacen presentes se pueden coordinar las tareas junto con los organismos civiles  y se ejecutan maniobras dirigidas al encuentro de personas atrapadas, al tiempo que se dan diversas manifestaciones de ayuda espontánea, tal como las registradas en esta ocasión. 

El afán solidario por servir a las víctimas hizo que se repitiera una historia que terminó en ficción, de nuevo se imaginó una víctima de corta edad -lo cual le da un carácter compasivo mayor- se le bautizó con un nombre muy a lo mejicano: Frida Sofía. 

Según versiones difundidas por los periodistas, ella habría quedado atrapada entre el amasijo de hierros y paredes destruidas de un colegio para niños. 

Las autoridades dieron crédito a la versión que corrió de boca en boca, se trataba de una niña en compañía de otras personas que enviaba señales de vida. 

Todo terminó con la rectificación por parte de los oficiales de la Marina mejicana, manifestando que Frida no existía. Terminó una película que se difundió a todo el mundo. 

Esta historia imaginaria recordó el episodio similar vivido en esa misma ciudad en 1985. 

Para entonces el personaje fue Monchito, la versión de su existencia partió de un socorrista argentino. Después de varios días de búsqueda infructuosa cesaron las operaciones de rescate en las que participaron autoridades y voluntarios. 

La conclusión de aquel inverosímil episodio fue que, Monchito no existió y se trataba de una maniobra de la familia para rescatar una caja fuerte con dinero que estaba en la residencia del abuelo de Monchito. 

Quedan las lecciones aprendidas en México porque en los últimos 32 años cambiaron las reglas para la construcción de casas y edificios, las normas de sismoresistencia son mayores en su exigencia y son obligatorias; lo cual sin duda redujo de forma significativa el impacto del último terremoto en su letalidad y colapsaron solo los edificios más antiguos o los que escaparon de cumplir con los requisitos previstos para su construcción.  

Estando en una zona sísmica ¿tenemos el registro de las edificaciones que podrían derrumbarse con un terremoto? ¿Sabemos cómo reaccionar o qué hacer ante una catástrofe natural de esta naturaleza? Los planes de emergencia deben estar organizados y divulgarse con la anticipación debida para atenuar el impacto directo y colateral de estos hechos y salir avante con el menor daño posible. ¿Será que estamos preparados?

Temas del Día