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Muro de la discordia en Cúcuta

De este curioso episodio, deben sacarse varias reflexiones...

Esta semana fuimos sorprendidos con la noticia que los habitantes de un barrio de la ciudadela de Juan Atalaya, decidieron levantar un improvisado muro, para impedir que por allí transiten los habitantes de otro sector por considerar que el aumento inusitado de la inseguridad obedece al paso permanente de personas por el lugar.

Tamaña sorpresa se llevaron inicialmente los padres que deben pasar por el lugar para llevar sus hijos al colegio y fueron notificados que no se permitiría más el paso por parte de las personas que habitan el lugar. Entre atónitos y molestos, empezaron una discusión que de inmediato llamó la atención de los medios de comunicación y las autoridades, que acudieron al lugar.

De este curioso episodio, deben sacarse varias reflexiones, la primera y muy fácil es que la inseguridad en nuestra ciudad ha alcanzado niveles de proporciones inimaginadas, a tal punto que la ciudadanía ante la evidente falta de presencia institucional, empieza a buscar de manera desesperada formas de controlar la situación sin pensar en las consecuencias. Este  hecho puede empezar por violar derechos fundamentales como el de movilidad y acceso a la educación de los niños, niñas y adolecentes y, de no tomar cartas en el asunto, el derecho a la vida.

Lo más difícil de este altercado entre vecinos, es la tensión social y el cruce de recriminaciones amenazantes entre ellos, que declaran su enemistad y están dispuestos a lo que sea para hacer valer sus derechos. La falta de autoridad, no puede traducirse en confrontaciones entre ciudadanos, porque volveríamos a la época del mas fuerte, donde cada cual tomaba justicia por su propia mano. No podemos permitir que las vías de hecho se tomen nuestra ciudad desdibujando el Estado Social de Derecho y llevándonos al estadio primitivo de la acción y la reacción superado hace lustros.

La inseguridad rampante en nuestra ciudad tiene obstinados a los habitantes de Cúcuta y con razón, pero ésta no puede ni debe conducirnos a vulnerar los derechos de los demás, pues debe primar siempre el interés colectivo sobre el individual. Lo que debemos hacer es identificar las problemáticas y darles solución, y necesitamos de una autoridad que escuche a las comunidades y esté dispuesta a contribuir, y no solo tome cartas en el asunto cuando las cosas han degenerado en conflictos o turbas sociales.

Necesitamos diálogo social acompañado de la institucionalidad para salir del atolladero en que nos encontramos y buscar la solución entre todos. Los ciudadanos necesitamos ser escuchados, y requerimos respuesta a nuestra necesidad. Si no actuamos de manera conjunta y rápida en las problemáticas que se presentan en la ciudad; y si la autoridad no actúa de manera consecuente, éste, no será el único muro de la discordia en Cúcuta.

Sábado, 11 de Mayo de 2019
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