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Nos agarró con los calzones abajo

Aún estamos enculebrados con las compras del año pasado, y de pronto nos damos cuenta que en los almacenes ya están poniendo villancicos.  

Llegó septiembre y nos cogió desprevenidos. Me refiero a que el año está tocando a su fin, y nosotros todavía sin darnos cuenta. Mi abuelo me decía que cuando empiezan los meses terminados en BRE, es porque navidad ya está cerca.  SeptiemBRE vuela. OctuBRE ni se diga. NoviemBRE huele a hayacas. Y DiciemBRE, se prendió la rumba.

Nos cogió con los calzones abajo porque aún estamos enculebrados con las compras del año pasado, y de pronto nos damos cuenta que en los almacenes ya están poniendo villancicos, y por la calle venden ovejitas y niños Jesuses y papel encerado, y los niños ya empiezan a pedir un celular de alta gama porque el que tienen ya es chichipatoso y “qué dirán mis compañeros de colegio”.

Nos cogió con los calzones abajo porque las cuentas no cuadran y el presupuesto sigue flaco y las deudas no dan espera y el Niño Dios debe tener muchos compromisos y papá Noel anda cada año más gachareto y los renos ya cojean y los reyes magos ahora ni incienso traen.

Pero bueno, al mal tiempo buena cara, dicen la Biblia y los vendedores de cosméticos. Llegó septiembre con un montón de cosas buenas y eso debe alegrarnos.

En primer lugar, se celebró el sábado primero del mes, el día de la barba. Como lo oyen. Día internacional de la barba. ¿Y los lampiños? ¿Qué será de nosotros? Hay una cosa que me preocupa: Los patriarcas de la Biblia eran de larga barba. El Padre eterno tiene barba larga y blanca. Y el Hijo de Dios es barbado. En cambio, el Diablo es lampiño o con unos tres pelos largos. ¿Tendrá este contraste algún significado?

Barbas aparte, septiembre es el mes del amor y de la amistad. Así lo dicen las propagandas comerciales. Por algo será. De modo que hay que ir alistando la chocolatina o la tarjetica o el abrazo de oso, bien apretado. Cualquier cosa es cariño, dicen los pobretones. En las oficinas se juega al amigo secreto y en los moteles se juega al amor eterno. O al prohibido.

De todas maneras, septiembre es el mes de dar.

Además, es el mes de leer. Por eso Julio García Herreros anda empeñado por estos días en lograr que la gente lea. Y se inventó hace algunos años, la Fiesta del libro. No, la Feria. Que feria es otra cosa. En los pueblos hacen Ferias y fiestas. Aquí es sólo fiesta. Alguna vez dije que veríamos a don Quijote bailando con Dulcinea del Toboso en el patio de la biblioteca. O a Remedios, la bella, con Melquiades, el gitano, abrazados, debajo del mango. 

Lo escribí y alguien me regañó, que dejara de decir pendejadas habiendo tantos problemas en Cúcuta. Tuve que decirle que de los problemas se encargaban la página judicial y Q´hubo y el editorialista del periódico y los columnistas profundos y solemnes. Que mi oficio era hacer sonreír y poner a soñar a la gente. Hoy lo vuelvo a hacer, con la seguridad de que a muchos les robaré una sonrisa.

Me gusta septiembre porque en este mes se celebran las fiestas de nuestra santa patrona, en Las Mercedes. Habrá rezos, salves y procesiones, y por la tarde, guarapo, chicha y aguardiente rastrojero, adobados con rancheras y carranga, para bailar en el parque hasta la madrugada.

Pero también me entristece este mes. El 24, día de la Virgen, cumple dos años de haberse ido mi mamá,  Desideria Ardila. Está, de eso estoy seguro, a la diestra de Dios Padre, pidiéndole por mí y por mi familia.  Por eso me va tan bien. Porque arriba está ella, acompañándome y protegiéndome. Gracias, mamá, porque me sigue cuidando desde el cielo como siempre lo hizo aquí en la tierra.
gusgomar@hotmail.com

 

Martes, 4 de Septiembre de 2018
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