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Obras con fines proselitistas

Los cucuteños debemos cambiar de mentalidad.

Desde hace unos meses, Cúcuta es un caos por cuenta de la innumerable cantidad de calles cerradas porque les están haciendo mantenimiento. Muy probablemente la ruta atípica por la que semana pasada pudo movilizarse, está semana no le sirva, la acaban de cerrar por la razón antes mencionada. 

Como consecuencia, los tiempos de desplazamiento ahora son más prolongados. Situación que se agrava con la construcción del intercambiador de la redoma del terminal. Es como si a la administración municipal se le hubiera ocurrido hacer en el tema vial, lo que no hizo en los dos años anteriores de mandato. 

Ahora bien, en ese desmedido afán por iniciar obras, no hicieron estudios sobre cuáles eran las calles que necesitaban más urgente arreglo. Por ejemplo, la calle 9 entre avenidas 9 y 10, que eso corresponde a los límites entre el barrio Belisario y Niña Ceci, está cada día peor, dentro de poco solo será transitable por vehículos todo terreno. En cambio, la calle 15 de los barrios Carlos Ramírez París y el desierto, si bien, si necesitaba arreglo, podía esperar un tiempo. 

Este frenético afán se presenta en año electoral; lo que no es una coincidencia. Cesar Rojas, siguiendo órdenes del verdadero alcalde de Cúcuta, el preso en La Picota, busca con estas obras asegurar los votos del próximo títere del jefe. En otras palabras, los presidentes de juntas de acción comunal (JAC) o líderes comunales, que más votos  ofrezcan, serán los que reciben el asfalto para las vías de las personas que representan.

Los cucuteños debemos cambiar de mentalidad. No podemos seguir conformándonos con que los mandatarios locales solo trabajen en el año que les resta en el poder, y solo con miras a favorecer a la campaña del candidato de su misma línea política que busca ser su sucesor. Aunque, en el caso de nosotros, no es por afinidad política o ideológica, simplemente por conveniencia; Jorge Acevedo sabía que la mejor forma para evitar volver a usar crema para quemaduras era aliarse a Ramiro Suarez.    

Como decía, debemos cambiar de mentalidad. Los elegimos es para que trabajen los tres años y para que sirvan al interés de la población cucuteña y no a lo que ordene alguien que está condenado por asesinato. Claro, para empezar a corregir la mentalidad, lo primero que debemos hacer es dejar de sentirnos identificados con un criminal. Tener como referente de mandatario ideal  a un hampón, deja mucho que desear de una sociedad.  

Lo siguiente que debemos modificar en nuestra cognición es ampliar el significado de lo que es ser ambicioso. Hay que ser desmesuradamente ambicioso y no conformarse con poco. Vender el voto por unos metros de concreto o una luminaria es ser muy poco ambicioso; yo diría más bien ser mendigo. Vendamos el voto por educación y salud de calidad, y para todos; por gestiones para que la empresa privada vuelva a la región; por soluciones distintas a enviar la policía o los Escuadro móviles Antidisturbios (ESMAD) para frenar la creciente invasión de las calles y andenes de personas que buscan desesperadamente mantener la familia. 

No estoy diciendo que si se presenta la oportunidad de que pavimenten en su sector por cuenta de acciones de campañas políticas, no la aprovechen. Pero, tengan en cuenta que esos candidatos, ya desempeñándose en el cargo, son los  investigados y condenados por corrupción. Mejor dicho, tomemos la ganancia ocasional, pero ni por el chiras votemos por ellos.   

Jueves, 17 de Octubre de 2019
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