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Ojeriza contra la paz

No hay razones de peso que justifiquen el cerco tendido a las disposiciones con las cuales se construyó el soporte para la cesación del conflicto armado.

A falta de argumentos con suficiente sustento, los  alineados en contra del acuerdo de paz con las Farc lo que esgrimen es cierta ojeriza alimentada de prejuicios, en lo cual predomina la mezquindad y el sectarismo partidista. Es la reedición de la polarización que se niega a reconocer la realidad y quiere mantener atado el país a un modelo de estrecheces, de violencias revanchistas y de distorsiones repetidas.

No hay razones de peso que justifiquen el cerco tendido a las disposiciones con las cuales se construyó el soporte para la cesación del conflicto armado, la desmovilización de los combatientes, la reparación a las víctimas, el compromiso de no repetición de las acciones beligerantes y la promoción de condiciones destinadas al fortalecimiento de la democracia.

En la fase de conversaciones de La Habana cuyo objetivo era la negociación de una paz estable y duradera ya el lobo de la oposición mostraba sus orejas hostiles y hasta se llegó a decir que lo pactado sería hecho trizas. Estaba tomada la intención de impedir la consolidación del entendimiento, a pesar de las evidencias de las atrocidades de la guerra y sus graves secuelas. 

¿Pero, por qué tanto enojo y tan enconada diatriba? Se le puso un tinte ideológico para descalificar la justicia transicional, o la llegada de exguerrilleros al Congreso, o la concesión de perdón a quienes incurrieron en actos causantes de víctimas, sin tomar en cuenta que el paso de la lucha armada a la legalidad era una transición a la cual había que respaldar con garantías de estímulo al cambio asumido. Si se entraba en la convivencia lo consecuente era un acto de reciprocidad con los que dejaban atrás la insurrección.

Tenía que tomarse en cuenta tanto estrago dejado por la guerra en sus largos años. ¿No era mejor evitar el sacrificio de más vidas en una violencia atroz de tan ostensible aniquilamiento? 

El progresivo empobrecimiento del campo, el creciente gasto en el funcionamiento de las Fuerzas Armadas y cuanto ello le restaba a la salud, la educación, la cultura, la seguridad, la recreación y la protección ambiental; el desplazamiento de la población bajo amenazas de muerte, el despojo de tierras a sus legítimos propietarios y la conformación de grupos criminales en todas las regiones de la nación, es el saldo aterrador del conflicto armado que ahora se quiere negar con paladina desfachatez.

La pretensión de ponerle obstáculos al acuerdo de paz es un retroceso de graves implicaciones, tanto más cuando está pendiente sacar de las armas a otros grupos que se aferran a la violencia, como el Eln, lo que queda del Epl y las bandas paramilitares de todos los pelajes.

Las objeciones a la JEP hacen parte de la estrategia de debilitar el acuerdo de paz con la consecuencia de sumir nuevamente a Colombia en la tormenta del conflicto armado.

Puntada

El apagón de Venezuela introduce más incertidumbres en esa nación. Y no hay señales serias de cambio en ninguna de las partes. No se ve quien pueda encender la luz.

ciceronflorezm@gmail.com
cflorez@laopinion.com.co

Sábado, 16 de Marzo de 2019
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