Nadie puede negar el desorden generalizado que vive nuestra ciudad; el mercado persa que se desató en Cúcuta hace un par de años, se ha crecido desordenadamente en los últimos meses, debido al desgobierno que se creó en el vecino país, desde la llegada de Nicolás Maduro al poder en Venezuela, debido a que desde un comienzo no ha sabido manejar el mandato que le endosó su papá Chávez al momento de morir. Mientras todo eso ocurría, el pueblo y sus fuerzas vivas…. impávidas permitían que la inexperiencia, la incapacidad y torpeza del nuevo presidente descuadernara el país e impusiera su ineptitud a todo nivel. Paralelo a lo que allá ocurría, acá las autoridades daban la sensación de un desgobierno generalizado. Lentamente esa epidemia de decidía gubernamental, sin verdaderos líderes capaces, y dejando hacer a los funcionarios lo que quisieran para que no los perturbaran. Las autoridades militares y del orden público no se ven en las calles, nadie sabe por qué, ni con que objeto o razón. En ciudades de poca cultura ciudadana como la nuestra, es necesario que las entidades como la policía y la Defensa Civil hagan presencia en los parques, en los lugares públicos, en las principales calles y avenidas, cerca de los Centros Comerciales, teatros y lugares de mayor afluencia de público, para que propios y extraños se den cuenta que aquí si hay agentes del orden, quienes cuiden y hagan respetar la capital del Departamento, gente que ama de verdad a Cúcuta. Esta misma función debe hacerla los cientos de paisanos que viven en Pamplona, Chinácota, Bochalema y demás pueblos cercanos a nuestra capital, puesto que Cúcuta también es su referente, también les pertenece, por ende también deben ponerse la camiseta. El ejemplo cunde, decían nuestros abuelos. Tanto los Venezolanos y demás colombianos que han escogido a Cúcuta para vivir y armar acá su nicho ecológico, también se contagien e ingresen a este gran ejercito de guardianes de Cúcuta, con verdadero sentido de pertenencia que ayude a la Perla del Norte a desarrollarse adecuadamente, no solo en lo comercial, sino también en lo cultural, lo estudiantil, lo industrial, y se convierta en la mediana ciudad más bella y apetecida del país, para la gente que quiere vivir en amor y armonía, y así desterrar aquel lastre del pasado que rezaba “Si quiere hacer lo que se le dé la gana, váyase para Cúcuta”, vergonzoso pero de alguna manera nos movió las entrañas, la autoestima, el amor por el terruño, y mucha gente cambió su actitud negativa y empezó a tratar mejor esta patria chica. Todos tenemos el compromiso, y debemos llamarle la atención a todo aquel que veamos dañando o haciendo daños indebidos en los lugares públicos; con firmeza y educación cualquier tipo de gente, y hasta los mismos malandros van a entender, e incluso a admirar estos comportamientos cívicos, y pondrán más respeto a sus desafueros o actos negativos para con la ciudad y sus gentes. Hay que cambiar paisanos y amigos, sin miedo, no se trata de chocar con nadie, es pedir y agradecer respeto por Cúcuta, su infraestructura y sus gentes.
Gracias