El once de septiembre de mil novecientos setenta y tres, Salvador Allende presidente constitucional de chile se dirige por Radio Magallanes, a sus compatriotas informando del golpe de estado que se daba en su contra, señalando a sus autores nacionales y extranjeros, las vejaciones a que sería sometido el pueblo. Concluye con esta frase que pertenece ya a la historia. “tengo fe en Chile y su destino. Superaran otros hombres este momento gris y amargo en que el que la infamia y la traición pretenden imponerse. Sepan ustedes que más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde transite el hombre libre para crear una sociedad mejor. Viva Chile. Vivan los trabajadores”. 

Lo demás es historia sabida. Augusto Pinochet Ugarte comanda el alzamiento y gobierna por varios años en una dictadura implacable. Estrena para Chile el neoliberalismo económico forma disoluta y extrema del capitalismo. A un lado el enriquecimiento de unos pocos y al otro la pobreza de los muchos. Todo bajo una aparente tranquilidad impuesta a sangre y fuego. En el olvido el ejemplo de Allende y actualizado el sistema económico y aparente prosperidad.

Todo mundo quería irse para Chile. “Me voy para Chile” decían los mismos emigrantes venezolanos. Muchos colombianos decían lo mismo. Se terminó creyendo el cuento añorando esa felicidad de pacotilla que se vendía. se creía ingenuamente que el maridaje Democracia Cristiana y el Partido Socialista, que gobierna desde hace treinta años al salir Pinochet sería la solución política y económica. Pero la realidad demuestra todo lo contrario. Personajes como Sebastián Piñeira, actual presidente, se encargaron de crear la confusión.   Peñiera creía que eran los tempos de Pinochet su mentor Político.   Su neoliberalismo lo llevó al extremo y declaro olímpicamente que “estamos en guerra”. Hoy los chilenos buscan la salida en las calles. 

En la jerga del hampa se utiliza el término “paquete chileno” para señalar una forma de estafa en el que el delincuente busca apoderarse de los bienes de las personas que ingenuamente creen que llego la oportunidad de hacerse a la felicidad económica. No es así. Al final el estafador triunfa. La oligarquía chilena tiene fama de no pagar impuestos, de no contribuir a un reparto equilibrado de los bienes de la nación. Son expoliadores por naturaleza. Por eso de cuando en cuando se le presentan situaciones como las que ahora viven. 

Están tratando de remendar el capote, de hacerle retoques al sistema. Seguramente lo lograran. A un precio muy alto.  El pueblo está seriamente lastimado. En un Chile que no supera los tiempos de Pinochet y de sus secuaces que aun superviven en la dirección de Chile. Las palabras de Allende tendrán vigencia mientras no se supere esta calamidad. Lo de Chile es un aviso a las oligarquías latinoamericanas que deben bajarse de la nube en que viven. Nada le será fácil. Vendrán tiempos calamitosos. De eso no cabe ninguna duda.