Recuerdo haber visto y escuchado hace pocos meses en un canal internacional la entrevista que el periodista argentino Marcelo Longobardi le hizo a Arturo Pérez-Reverte, periodista, escritor y miembro de la Real Academia Española. Es una entrevista interesante donde Pérez-Reverte expone sus aficiones, sus anécdotas como periodista y su vida como escritor. Pero de todas sus afirmaciones me llamó poderosamente la atención cuando dijo que en España ya había llegado la moda de desmontar la cátedra de historia en los colegios.
Años atrás (2013 - 2017) Pérez-Reverte había publicado por entregas la historia de España, muy a su manera, en el Suplemento de un periódico, artículos que por su gracia y acidez fueron muy leídos y consultados. En esa entrevista dice que el hecho de ver cómo el gobierno desmontaba la cátedra de historia lo llevó a rescatar y revisar esos artículos y publicarlos en forma de libro, que en ese momento sólo circulaba en España y pronto llegaría a Colombia. Pues no tardó mucho porque a los días ya era exhibido en las vitrinas de las librerías colombianas con el mismo título: Una historia de España. El autor no es historiador, es más, este libro no está catalogado como narrativa, ni historia, ni en la categoría de Serie, como la de Alatriste, que creo es la que lo distingue a él, sino como artículos de prensa, lo cual es honesto de su parte y la editorial, pero hay que reconocer que se despachó y gustó.
Respecto a la estructura de la obra el autor consigna como prólogo 38 máximas recogidas de diferentes autores, españoles y extranjeros, pero todos se refieren a España y los españoles. Muchas de esas frases son ditirámbicas del modo de ser español o sus realizaciones, o críticas con ellos mismos, como estas: “No hay en la Historia Universal obra comparable a la realizada por España”, de Mártir Rizo; “Los españoles todos se comportaron como un solo hombre de honor. Enfoqué mal el asunto”, de Napoleón; “La envidia del español no es conseguir un coche como el del vecino, sino conseguir que el vecino no tenga coche”, de Julio Camba; “El español que no ha estado en América no sabe qué es España”, de Ortega y Gasset. Aquí meto la cucharada porque en esta última vale la pena aclarar qué entiende su autor por América: el continente americano o el subcontinente (Latinoamérica), porque como escribiera Eduardo Galeano “Ahora América es, para el mundo, nada más que Estados Unidos”. Y agrega: “Habitamos una sub-América, una América de segunda clase, de nebulosa identificación”.
Ahora que estamos de bicentenario de la Independencia y entramos al bicentenario de la Gran Colombia en este libro me llama la atención el artículo titulado “Adiós, América”. Sobre lo primero Pérez-Reverte alaba a Bolívar y sobre lo segundo nos dice por qué no se dieron las cosas, aunque someramente.
