“La ignorancia, el olvido y el desprecio de los derechos de la mujer son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos”. Olympe de Gouges
¿Qué nos otorga una ventaja sobre las mujeres? ¿Acaso será la fuerza física? Pues no, eso nos sirve realmente poco. ¿Que ellas son más emocionales? Pues sí, pero esos sentimientos las hace actuar con más ahínco ante las adversidades de la vida. Quiero dedicarle esta columna a las mujeres, en especial a las cucuteñas. He de expresarles que no existen condiciones por las cuales ustedes sean débiles. Por el contrario, hoy más que nunca necesitamos de su fortaleza, de su berraquera, de su manera sutil y cuidadosa de ver las soluciones y de su carácter inspirador para salir adelante.
Soy consciente de las injusticias enmarcadas por la cultura del machismo en la ciudad, pero también soy hijo de una mujer valiente que rompió esos estereotipos y se enfrenta todos los días a la realidad de miles de cucuteñas. Temprano en la mañana o tarde por la noche hace los oficios de la casa y el resto de su día lo dedica a trabajar y a estudiar. A este ritmo ejemplar ha logrado tres carreras profesionales, un posgrado y es parte fundamental de las operaciones en la empresa familiar.
La realidad de la mujer colombiana es muy diferente a la de nosotros los hombres. Solo para señalar un ejemplo, mientras ellas dedican 32 horas de la semana a trabajos no remunerados incluyendo el cuidado del hogar, el hombre tan solo dedica 13. Es una clara evidencia de la templanza y disciplina que las caracteriza, poniendo en evidencia que el verdadero sexo débil se encuentra representado por aquel machista perezoso y cobarde, resguardado tras la sombra de una mujer fuerte.
Asimismo, este es un mensaje claro para aquellos que violentan a las mujeres. A octubre del 2018 se identificaron en Cúcuta 517 casos de violencia contra la mujer según Medicina legal. Cifra deplorable que hace necesario fortalecer las políticas públicas que disminuyan estas penosas estadísticas. Es importante resaltar que no solo existe la violencia física, sino además está la sicológica, económica, sexual y patrimonial. A razón de lo anterior, también debemos aportar un grano de arena desde nuestro núcleo familiar, ser ejemplo con nuestros hijos por el respeto hacia la mujer y resaltar sus valores.
Por otro lado, en lo que atañe a la crisis fronteriza, la participación de las mujeres en el desarrollo de la región es esencial. Sus habilidades blandas y emocionales son vitales para la adaptación al cambio que tanto necesitamos. El trabajo en equipo, la productividad que generan y la capacidad para lograr consensos puede ser un potencial valioso para fomentar una red de mujeres empresarias que reactiven la economía local. En Colombia, solo el 20% de las mujeres se encuentra en cargos gerenciales, sin embargo, la tendencia dicta que son ustedes las que regirán el mercado laboral en 10 años, es el momento de asumir y respaldar este proceso que de seguro nos llevará a buen puerto.
Hombres, basta de pensar que cada vez que sus mujeres quieren salir adelante, es un “embeleco femenino”. No piensen que esa actitud hace parte de una revelación desobediente y una idea bulliciosa que genera empatía ante la sociedad. Quiero que las miren y las apoyen, nosotros somos los más interesados en que ellas también se involucren en el mundo laboral, más recursos para el hogar y un mejor ejemplo para nuestros hijos. Trabajemos unidos y de esta forma podremos enfrentar los grandes retos que tenemos en el presente, por un mejor futuro, ¡por ti mujer valiosa!
