La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile
Columnistas
Portón de la frontera: el ‘vaivén’
  Es el momento de preocuparnos.
Viernes, 17 de Julio de 2020

Las llamadas “puertas de vaivén” son utilizadas en algunas actividades, por ejemplo en los restaurantes entre la cocina y las mesas, en hoteles (rotativas), en grandes supermercados: “entrada” y “salida”, las hay con diversa tecnología. En el caso de nuestra Cúcuta (Ciudad-Región Metropolitana Fronteriza) ha sido llamada ”Perla del Norte”, “Amada Infiel”, “Ciudad de Los Árboles”, pero una denominación (célebre canción) que puede aplicarse actualmente es PORTÓN DELA FRONTERA. Sí, analizándolo somos una puerta internacional (ColombiaVenezuela), los Puentes existentes: “Santander” y “Bolívar”, (sin contar con el mejor, el muy luchado, llamado de “Tienditas” o de la “Fraternidad”), cuenta cada uno con dos carriles: “entrada” y “salida”, dependiendo del lado que se mire.  Al referirnos a la avalancha migratoria recibida de Venezuela a consecuencia de problemas sociales, económicos y políticos en el país vecino; vemos que muchos de sus habitantes salen en búsqueda de mejores condiciones de vida. El punto anhelado o preferido a viajar es Cúcuta, de donde se puede continuar a otras ciudades colombianas o a países más al sur como Ecuador, Perú o Chile, o quedarse en Cúcuta por la proximidad a su terruño. 

Los medios de movilización son múltiples, pero al carecer de recursos,  muchos optaron por largas caminatas en búsqueda de sus lugares objetivo. Toda esta acción migratoria de alojamiento, salud, alimentación, recayó en la región, que no estaba preparada, despertándose gran solidaridad y no xenofobia. El recibo de migrantes disminuyó un poco, pero con la pandemia de la COVID-19, las medidas de cuarentena determinadas en Colombia y demás países, golpearon a parte de los migrantes venezolanos, por el cierre de empresas (comercio, restaurantes, peluquerías, etc), disminución de empleo y el no poder vivir de sus actividades informales, como las ventas callejeras. Es decir ya no les sirve, y no aguantan un tiempo en espera de recuperación; les faltan ingresos y muchos tienen en Venezuela viviendas donde no pagan servicios públicos (agua, electricidad, gas), y a lo menos tienen un techo y no dormir en cualquier lugar, hasta en la calle, aunque allí posiblemente deben soportar otros problemas. Según la situación cada migrante, compara los factores y decide, aunque la gran mayoría están bien ubicados, integrados a las comunidades. Parte de los colombianos nos alegramos que retornen felices, como es natural a su país, pensando que allí existen mejores oportunidades y su vez, nos descargamos de la múltiple congestión que ha causado en salud, vivienda, alimentación, empleo y demás, que tratamos de atender con solidaridad. Pero ahora, observamos, que por aspectos sanitarios, trabas en transporte, no se pueden movilizar con agilidad a la frontera (Cúcuta) y de aquí rápidamente pasar el Portón, a las cercanas poblaciones venezolanas de Ureña, San Antonio, San Cristóbal, como debería ser. 

Se vuelve a represar la migración en la frontera, el Gobierno venezolano, solo deja entrar a 300 diariamente, represándose cada día una cantidad igual o mayor. Nuestro Portón de la Frontera, está congestionado, lo que se pensaba que sería práctico no opera, Colombia demora o complica que se vayan y Venezuela, similar en su recepción, no está ansiosa de recibir a sus compatriotas, como debería ser. No nos hemos repuesto de la entrada, cuando ya nos congestiona la salida.

Es momento de preocuparnos; el mundo miró hacia Cúcuta (2016-2019), llovieron promesas de ayuda, con el interés internacional y nacional y en la actividad local se vislumbraba un momento de avanzar en nuestra región, de “sembrar” desarrollo; los titulares de prensa se referían a los aportes de dos fuentes o motivos: para el Post-conflicto (Catatumbo) y para atender la inmigración. Pero al realizar un balance se puede apreciar que se habría podido aprovechar más esa situación.

*Economista

Temas del Día