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Primeros milagros

Necesitamos que Francisco vuelva rápido. Nos dio muchas lecciones de cordura e inteligencia.

El papa Francisco ya hizo los primeros milagros. En primer lugar reunió a millones de personas, logró unir a los colombianos por unas pocas horas y acabar con la polarización que, desgraciadamente, nos ha afectado en los últimos tiempos, resucitó el optimismo perdido y fijó pautas de conducta a favor de la paz y la reconciliación. Solo con eso ya está en el cielo.

Como lo vimos por televisión y muchos millones lo presenciaron personalmente, el pontífice jesuita y latinoamericano, hincha del futbol y amigo de los niños, pudo devolvernos, así fuera por unos días, la unión nacional que debe llevarnos a mejores días, en beneficio de 50 millones de personas que habitamos en el país del sagrado corazón.

Nunca antes, hasta donde mi memoria alcanza, se habían visto multitudes tan gigantescas como las que salieron a saludar a Francisco, un hombre cálido y simpático, que pudo recorrer, sin problemas, y en medio de ovaciones y cariño, las calles de cuatro ciudades tan diferentes como Bogotá, Villavicencio. Medellín y Cartagena, donde sufrió leve accidente por saludar a un niño, como cualquier San Francisco. Afortunadamente, no pasó a mayores.  

La visita, además de servir para revivir el alicaído fervor religioso, puso los cimientos para que el catolicismo recupere la devoción popular, hoy en día erosionada por multitud de iglesias, muchas de garaje, que se han convertido en competencia y que, inclusive, se han atrevido a anunciar que piensan lanzar candidato presidencial propio, pues creen contar con el suficiente respaldo como para emprender la aventura de enfrentarse a todos los partidos que se disputan el favor de las masas. 

Adicionalmente, la visita sirvió para escuchar la ignorancia de muchos que se dicen periodistas: una de ellas dijo que Francisco se movilizaba en ‘’el batimóvil’’. Otro dijo que no se veía nada, que había mucha neblina pero que el pontífice podría admirar el paisaje. En fin, se demostró que hacen buena falta unas clases de léxico para la nueva generación de reporteros. 

Más allá de las anécdotas, lo importante es que hasta Álvaro Uribe se quedó callado, a la orilla de una calle, donde se había colocado con un letrero contra el gobierno, como cualquier mamerto de primer año. ¡Lo que hace el odio! Es más: ojalá atienda los llamados a la cordura, que buena falta le hacen. 

Necesitamos que Francisco vuelva rápido. Nos dio muchas lecciones de cordura e inteligencia.  GPT

Viernes, 15 de Septiembre de 2017
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