La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Qué falta nos hacen

Ese tesoro que la vida nos da a manera de préstamo, sin duda alguna ha sido una frustración para muchas parejas.

En el camino de la vida una de las más significativas etapas, es la de tener hijos.  Tan importante es este largo tramo, que yo me atrevo a destacarlo como el más largo que todos podemos tener en su momento, y que puede ser la más agradable experiencia que podamos vivir, o la más negativa y triste que cualquiera puede padecer. Todo dependerá de cómo vivamos esta experiencia desde el momento en que se engendran. 

Los adultos en cualquier época de la vida, tenemos muchos distractores y equivocaciones en la crianza y educación de los hijos, que al momento en que ellos se van de la casa, bien sea por estudios, porque quieren explorar otras tierras, porque están cansados de los padres, porque deciden alguna profesión de claustro etc., es cuando nos damos cuenta del vacío que nos dejan y la falta que nos hacen. 

Ese tesoro que la vida nos da a manera de préstamo, sin duda alguna ha sido una frustración para muchas parejas que por andar distraídos todo el tiempo en sus trabajos, compinches  u otros menesteres, no les ha permitido aprender  a compartir con sus vástagos, a jugar, a pechucharlos, a dialogar, a pedirles consejos, a hacerse amigos, verdaderos parceros desde pequeños. Muchos se han preocupado por tenerles buena comida, garguerías en la nevera, juguetes y un “buen colegio” donde le eduquen bien a sus hijos, tremendo error que se viene cometiendo, pues eso ni es lo que quieren sus hijos, ni tampoco es lo que necesitan. 

Ellos en su silencio mudo y en todas las épocas, lo que reclaman es Amor con genuina comprensión, ese que se convierte en el día a día en atenciones con sonrisas,  lo que precisan es compañía activa de sus padres, en los momentos en que ellos lo necesiten o pidan. Buscan un poquito de su tiempo para jugar, para salir, para dialogar para contarles sus cosas y preguntarle  acerca de sus dudas. Ellos en cambio, están prestos a darles los mejores consejos que jamás imaginarían, pídaselos. Sí se puede, quieren un papá y una mamá superhéroes humildes y no entretenidos en regaños, banalidades ni porquerías, creyendo que la vida es solo plata y pantalla. 

Ellos van creciendo y van tomando su libertad, y en esa medida se van apartando poco a poco de sus padres ocupados. En la escuela, el colegio, el vecindario, van encontrando todo aquello que les ayuda a socializarse, a aprender de la vida, bien o mal, a responsabilizarse de sí mismos  etc. y cuando menos pensamos y despabilamos, ya “se nos creció el enano” y ya es tarde para traerlos al redil. 

En esa confusión…los adolescentes han creado su mundo, sus intereses etc. y poco o nada aceptan la autoridad de los padres que no fueron capaces de ganársela desde la infancia. En los últimos años del bachillerato, ya la independencia del adolescente es total, y por lo general su mira está puesta en volar, salir, conocer, explorar y superarse, los intercambios estudiantiles a otros países, viajes a otras ciudades a seguir estudios universitarias, o para algunos, simplemente hacer lo que se les dé la gana,  y ahí es cuando nos sentimos como abandonados, nos damos cuenta de cuanta falta nos hacen, las lágrimas y las culpas se apoderan de nosotros que ya ni reconociendo y pidiendo perdón por sus descuidos con los hijos, logran establecer empatía o confianza. 

Ningún colegio va a educar a sus hijos, ellos solo sirven para transmitirles un montón de conocimientos que a la final sirven de poco o de nada. La tarea es que como  padres  despertemos y nos demos todo el permiso de formarlos con la principal enciclopedia que se llama amor. Tampoco hay nada más reforzante  que escuchar y sentir las gratitudes de sus hijos por todo lo que ustedes han contribuido en su formación, pues todo lo que se hace, o se les da con verdadero amor, lo agradecerán siempre los hijos.  

Viernes, 28 de Septiembre de 2018
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día