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Qué nos pasa con la amistad
Hacer buenos amigos es una tarea cada vez más ardua en nuestro medio, porque prima el egocentrismo y la desconfianza.
Domingo, 27 de Enero de 2019

Basado en mi práctica profesional con muchos consultantes de todo tipo, puedo afirmar que los seres humanos estamos padeciendo algo así como el síndrome de la soledad y el miedo a la amistad. Si hiciéramos una encuesta masiva con la pregunta: Cuántos verdaderos amigos tiene usted? Serían muy pocos los que contestarían que 5 o más, otros poquitos dirían que 4, algunos afirmarían que 3, unos cuántos aseverarían que solo 2 , varios dirían que uno solo, y muchos dirían que realmente ninguno. Y ante la pregunta ¡alcen la mano aquellos de ustedes que deseen, o que necesiten tener varios buenos y verdaderos amigos? Estoy seguro que casi todos coincidirían en alzarla, demostrando el vacío de amistad que tenemos la mayoría de seres humanos. Será que no sabemos hacer amigos, o no sabemos ser amigos? 

Todo lo bueno que usted piense que es la amistad, eso es, es su concepción, eso es válido, lo importante es que a través de ella usted honestamente llene o mitigue varios vacíos y necesidades que tenga; la amistad necesita de tiempo, interés de las partes del uno por el  otro.  Lo cierto es que los humanos todos debemos abrirnos a pedir, a buscar, a propiciar relaciones sociales con los congéneres, sin tantas prevenciones ni vericuetos, y ya en el transcurso de un tiempo de interacción, cada quien decide o no si acoge esa nueva amistad; pero ni eso, somos tan ariscos o miedosos, que aún queriéndolo o necesitándolo rechazamos las oportunidades. Incluso hasta el grupo familiar se ha venido desintegrando, y allí era en donde uno de verdad encontraba de todo. 

“Somos hermanos pero no amigos, somos pareja pero no somos amigos” suele decir mucha gente. Por eso, en el libro del Eclesiastés, se afirma “todo el que tiene un amigo, tiene un tesoro”. Entendamos por amistad, aquella relación de afinidad en gustos, intereses y afectos que se tienen mutuamente, en donde reina el placer de compartir de estar con el otro(a), prima el saber que es una relación franca de ayuda y reciprocidad. Aunque muchos digan que no, todo ser humano está habido  por no sentirse solo, por tener amistades, y amistades verdaderas, de esas que están “pa las que sea”. 

Pero lo cierto es que los verdaderos amigos son muy escasos, hacer buenos amigos es una tarea cada vez más ardua en nuestro medio, porque prima el egocentrismo y la desconfianza, ello se convierte en un contrasentido. No creo equivocarme si afirmo que todos los seres humanos queremos, y aparte necesitamos tener y contar con un puñado de buenos amigos. 

Sin embargo, a pesar de esta premisa, la inmensa mayoría casi siempre vivimos poniéndole peros y talanqueras a la amistad que nos ofrecen muchas personas, de la misma manera como otras personas lo hacen también con uno. “Es como que yo no les caigo bien a quienes quisiera que fueran mis amigos”. “y a mí a ratos tampoco me caen bien aquellos que me buscan para ser amigos míos”.  Y por qué nos cerramos a la amistad?  Entre muchas razones estarían la desconfianza, las prevenciones negativas, por miedo, por timidez etc.; algunos  bien fanfarrones dirían: “porque yo no necesito de nada ni de nadie”, esos son los que más sufren en su fuero interno la necesidad de tener amigos, y sus vacíos de soledad poco a poco van haciendo mella en la salud mental de esas personas. Cuando tengamos esos buenos amigos, ni los maltratemos ni los desgastemos, para que nos duren y nos aporten por mucho tiempo todo aquello que tienen para darme…y yo, cultivarlos y  saberles responder con gratitud y aprecio por todo lo que me aportan. 

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