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Racionamiento
Una cuenca hídrica tan vulnerable como el río Pamplonita es víctima del abuso.
Viernes, 22 de Enero de 2016

Sin desconocer que el país afronta el más devastador Fenómeno del Niño en su historia reciente, situación que ha puesto de presente la altísima vulnerabilidad del país que otrora se vanagloriaba de tener agua por montones para desperdiciar, no cabe duda que la sequía dramática que estamos padeciendo no es solo culpa de este fenómeno climático que históricamente se ha presentado, pero nuestra geografía en el pasado era otra para percibirlo menos catastrófico, sino, de la desastrosa administración del agua y sus fuentes hídricas por parte de pésimas administraciones y de inexistentes políticas de preservación de tan valioso elemento para la vida diaria.

Hemos repetido hasta el cansancio en esta columna en muchas ocasiones en el pasado reciente, la urgencia de que los organismos encargados del medio ambiente, las administraciones locales y regionales se hubiesen apersonado seriamente del problema, diseñando políticas claras, tecnológicamente bien apalancadas, para cuidar el recurso hídrico siempre en cualquier circunstancia, especialmente en épocas de abundancia de lluvias, sin encontrar eco en estas súplicas y en la solicitud cancina de ponerle cuidado a un tema tan importante.

Pero no, aquí en esta ciudad y región, la salud pública, los recursos naturales, la ecología son convidados de piedra en el interés mezquino de los políticos de turno.

No es un tema que produce votos ni réditos electorales, y peor aún, los que llegan a ocupar los cargos de las entidades que deben producir las políticas de preservación del medio ambiente, a duras penas saben del tema o como abordarlo.

Llegan a ocupar una silla que les da para comer y enriquecerse, y pagar favores burocráticos al jefe de turno.

De la misma forma, una cuenca hídrica tan vulnerable como es el río Pamplonita, principal afluente del acueducto metropolitano, es víctima del abuso constante de particulares que lo desvían para regar sus cultivos, para producir materiales de construcción, para contaminarlo de manera inmisericorde, sin que ninguna autoridad detenga de manera inmediata estas prácticas que atentan contra la producción de un recurso vital para una población cercana al millón de habitantes.

Salvo destempladas  e ineficientes voces de Corponor, que cumplen con alertar sobre la inminencia del problema, ni los alcaldes locales, ni el gobernador del departamento han sido eficaces y por el contrario la ineficiencia es lastimosa para garantizar a la ciudadanía la preservación de este elemento vital.

Solo cuando estamos ad portas de quedarnos secos literalmente, al borde de una gravísima crisis sanitaria, seguramente estos ineficientes gobernantes elegidos por los estúpidos ciudadanos de siempre, trasladaran todas las consecuencias resultantes a nosotros, ciudadanos comunes que nos quedaremos sin el preciado líquido por días enteros, los numerosos colegios de la ciudad cuyos baños se volverán cloacas insoportables, los hospitales y clínicas se verán a gatas para cumplir con sus procesos de limpieza y esterilización, los múltiples negocios de comercio y manufactura, pagaremos los platos rotos de la negligencia administrativa que nos corroe.

Para finalizar debemos asumir nuestra responsabilidad por la incultura y la falta de consideración de una ciudadanía derrochadora, indolente y bruta, que ha despilfarrado el agua por siempre, y lo sigue haciendo sin ninguna conciencia del problema. De aquí en adelante a quejarse al “mono de la pila”.

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