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Salario mínimo
Y si esto es cierto a nivel nacional, la situación en Cúcuta y el Área Metropolitana es angustiante.
Sábado, 6 de Abril de 2019

A principios de 1914, Henry Ford decidió pagarles a sus trabajadores hombres un salario de US $5 por día de ocho horas,  cuando tanto él como el resto de la industria estaban pagando US $2,34 por día de nueve horas. Se dice que la razón de esta decisión no fue solo la preocupación por el bienestar de los trabajadores, sino porque él no concebía que alguien que se ganaba un poco más de US $2 diarios pudiera jamás comprar el producto de la fábrica misma donde él mismo trabajaba. Para 1922 había extendido el beneficio a las mujeres con una semana laboral por primera vez de cinco días y ocho horas diarias. A pesar de las críticas y ataques de los otros empresarios, que pronto tuvieron que implementar en sus fábricas políticas similares, se mantuvo firme en su propósito y encontró que como resultado de esas políticas se incrementó la productividad de sus trabajadores, así como el tamaño del mercado, ya que los trabajadores podían disponer de más dinero y de más tiempo libre para utilizarlo. Algunos economistas dicen que éste es un mito urbano. Quizás. Pero el mensaje de Ford es claro: si se paga bien, eventualmente habrá un mercado suficiente para comprar el producto de las fábricas. Basta ir hoy a Detroit y comprobar que cualquier obrero tiene la posibilidad de ser dueño de una casa y de un carro y de tener dinero extra para todo lo que implica una vida digna más allá de la simple supervivencia. Este es un punto que no se ha entendido acá, porque se ha ligado a la falacia de los porcentajes. Nótese que si se incrementa el salario mínimo en un 5% para un trabajador que se gana $800.000 esto implica $40.000 más, mientras que para el negociador por los gremios que se gana fácilmente $20.000.000, ese mismo 5% representa $1.000.000 más. ¡Qué diferencia tan increíble entre los $40.000 que se le incrementan al trabajador y el millón de pesos que se le incrementa al dueño de la fábrica! 

De acuerdo con el Censo, tenemos una población de 30.201.695 personas entre los 16 y los 62 años de edad, mientras que la tasa de desempleo es de 12,8% y la informalidad es de 46,4%. Es muy fácil comprobar que 17.879.403 de colombianos en edad de laborar viven con menos de un salario mínimo, lo que nos deja un mercado de apenas 12.322.292 que son empleados y podrían comprar los productos de nuestra industria más allá de las necesidades básicas de alimentación, vestido y techo.  Y si esto es cierto a nivel nacional, la situación en Cúcuta y el Área Metropolitana es angustiante. Con una población en edad de trabajar de 1.391.239,00, una tasa de desempleo de 16,9% y de informalidad de 70%, los mismos cálculos nos dan que el mercado real en Cúcuta es de apenas de 187.800 personas. Con este mercado ¿será posible salir del subdesarrollo?, ¿es la exportación a otros mercados la solución para colocar los productos de nuestra industria? Pero si nos dedicamos a exportar, tenemos que competir con economías mucho más grandes que las nuestras que ya tienen suficiente experiencia y a su vez, mercados internos mucho más grandes que el propio. 

Pienso que en esta coyuntura lo que tenemos que hacer es expandir nuestro mercado interno a través de un mayor empleo bien remunerado y para eso deberíamos separar el porcentaje de incremento en el salario mínimo de todas las demás consideraciones que van junto con ese porcentaje. Podríamos por ejemplo manejar el incremento en tarifas, en bienes y servicios, etc., teniendo como indicador  la inflación más uno o dos puntos y no, el salario mínimo. Podríamos así implementar una política de incrementar el mercado interno con salarios similares al de Costa Rica, hoy en US $528. Esto incrementaría nuestro mercado interno y ciertamente favorecería a los que hoy consideran que pagar un salario mínimo más alto representa una disminución de sus ganancias. Vale la pena aquí recordar lo que decía Franklin Delano Roosevelt en 1933 al tomar medidas para salir de la Gran Depresión: “Me parece perfectamente claro que ningún negocio que dependa para su existencia de pagar menos de un salario vital para sus trabajadores, tiene derecho de continuar en este país”. 

N.B. Los cálculos son elaboración propia con base en las estadísticas del DANE y la traducción de la cita de Roosvelt, es también propia.

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