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Santrich: mal bufón, pero perfecto irresponsable
Santrich no llega al ingenio; a la inteligencia; a la acidez; a nada. Solo vocifera comentarios irresponsables.
Jueves, 19 de Abril de 2018

Publio Siro, el esclavo nacido en Siria y que gracias a su ingenio fue liberado y educado, afirmó alguna vez que “la prudencia suele faltar cuando más se la necesita”. Esta semana y después de las investigaciones que se adelantan en contra de Jesús Santrich, el ex guerrillero y negociador del proceso de paz indicó: “ha pasado más coca por la nariz del fiscal que por mis manos”. Pero no es la primera vez que Santrich hace uso de su pésimo e irresponsable humor…

Antes del inicio de las negociaciones, le pidió a Humberto de La Calle que estuviera “tranquilo, Bobby, tranquilo”, en el marco de los primeros acercamientos en Oslo. En 2017 precisó que, cuando la Corte Constitucional asumiera sus competencias en materia de la revisión de los acuerdos de paz, lo haría “para volverlos mierda”. Y la peor: cuando un corresponsal de la televisión española le preguntó si pediría perdón a las víctimas, en medio de risas entonó parte de la canción del compositor cubano Osvaldo Farrés: “quizás, quizás, quizás”. 

Una ves más, cuando el debate frente al proceso de paz nos exige seriedad, rigor, objetividad y, sobre todo, prudencia, el señor Santrich hace uso de sus inoportunas afirmaciones y opaca la reflexiones de fondo; las que deberíamos estar discutiendo: la competencia de la JEP para asumir el caso, la veracidad de las pruebas, la afectación a la soberanía del sistema judicial colombiano por cuenta de la injerencia de los Estados Unidos, y claro, el impacto sobre el proceso de paz. 

Las investigaciones avanzan y, en el momento en el que se redacta esta columna, todo parece indicar que Santrich será extraditado. El caso ha sido utilizado por los candidatos presidenciales para sus campañas y en redes sociales ha desatado toda una serie de reacciones; todas, o casi todas, orientadas a afirmar que esta es una muestra del supuesto fracaso del proceso de paz. Pero no. Lo que aquí se prueba  —si se llega a probar en la investigación— es que contrario a lo que se afirmaba, el proceso de paz no garantizó, ni garantiza, ni garantizará impunidad. Por otra parte, que un acto individual no puede ni debe afectar lo alcanzado con el proceso.

Ahora bien. ¿Puede afectar la legitimidad de lo acordado en La Habana? Sí. La opinión pública se guía principalmente por emociones, y los comentarios del señor Santrich despiertan un profundo y justificable desprecio. Sin embargo, el proceso de paz es mucho más que un presunto narcotraficante que ha decidido defenderse haciendo uso de su sistemático mal humor. En otros términos, de sus payasadas. La irresponsabilidad de Santrich y el rechazo que debe existir si se prueban los hechos materia de investigación debe ser enérgica por parte de los opositores del proceso de paz, pero fundamentalmente por quienes lo hemos defendido en la calle, en las urnas, en foros, en redes sociales. 

El bufón, en la historia, es aquel personaje que hace reír con su ingenio. La inteligencia y acidez, sus principales características. De allí el nombre de esta columna, pues Santrich no llega al ingenio; a la inteligencia; a la acidez; a nada. Solo vocifera comentarios irresponsables en una sociedad que sigue necesitando que los aliados de la paz realmente se alíen con coherencia, para que los opositores entiendan la importancia de las vidas que se han salvado y se salvarán. En los actuales escenarios, en los que algunos quieren hacer trizas los acuerdos si llegan a la presidencia y, en un momento crítico de los diálogos con el Eln, es cuando más necesitamos la prudencia. Lamentablemente y como bien lo dijo Publio Siro, “la prudencia suele faltar cuando más se la necesita”.

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