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Seudovallenato

Me llaman la atención tres aspectos del llamado “vallenato de la Nueva Ola”.

Esta advertencia es necesaria: el vallenato que la Unesco declaró como Patrimonio Cultural e Inmaterial de la Humanidad es exactamente “la música vallenata tradicional del Magdalena Grande”.  

Me llaman la atención tres aspectos del llamado “vallenato de la Nueva Ola”: la sexualidad, que influye en los tonos de la voz, la composición en sí, y la música. 

Lo primero: pasamos de un extremo a otro: los antiguos compositores (casos de Rafael Escalona y Diomedes Díaz, con más de veinte hijos cada uno), eran mujeriegos a morir. Tampoco era ningún secreto que  aquellos consagrados intérpretes del folclor vallenato – repite aquí Diomedes Díaz -  tenían novias o amantes (al parecer esa fue la causa de la muerte de Rafael Orozco), pero de ninguno se dijo que tenía mozo.  De los de ahora no solo se rumora que tienen novios –son amantes entre ellos -  sino que se muestran en público, se hacen costosos regalos, no dejan hijos y andan con un perro.  Hasta un viejo como Poncho Zuleta cayó en la moda cuando en una presentación ante miles de espectadores en Valledupar le estampó un beso en la boca a Silvestre Dangond. Creo que más de un admirador de Poncho exclamó decepcionado: ¡se nos mariquió el ídolo! 

Ahora, en cuanto a las voces, los cantantes de antaño, valga decir, Alberto Fernández y Ángel Fontanilla, de Bovea y sus Vallenatos, Carlos Vives, Moisés Angulo, Ivo Díaz, el trío de Oro, se distinguían también por su voz varonil, que alcanzaba registros altos por su capacidad pulmonar. Ahora los del Nuevo Vallenato cantan en tonos tan agudos que normalmente no corresponden a un hombre y uno los confunde con una  “femenina”, como dicen los informes de la Policía, o con voces tan aflautadas como de hermafroditas. Otros sostendrían que se acercan a tonos de tenores.   

Y en cuanto a las letras de hoy, ¡qué pobreza! ¡tan prosaicas! Los viejos juglares eran poetas; algunos, analfabetas, como Alejo Durán o Leandro Díaz; la mayoría, poco instruidos; y uno formado en academia, Rafael Campo Miranda. 

Iván Ovalle, músico y experto en el tema, hace esta crítica: “El afán de dinero y fama, sumado a la falta de interés por el conocimiento de la literatura, la falta de lectura y el desconocimiento de los diferentes recursos literarios, tienen a la música vallenata en decadencia lírica. ¡Qué lejos están los actuales de compositores como Rafael Escalona o Leandro Díaz!”. 

Y agrega: “A pesar de las limitaciones de la época, eran eruditos en esto; lo de hoy es pereza intelectual”. El compositor Rosendo Romero se refiere a esta generación como “superficiales en el arte de componer”.

Sin embargo, en la actualidad algunos compositores con títulos universitarios, que siguen la tradición, se destacan.

Finalmente, respecto a las melodías en sí es triste reconocer que lo que hoy se llama vallenato tiene de vallenato solamente un acordeón. Tienen mucho de cualquier ruidajo, pero sobre todo de baladas, por lo que tales composiciones se conocen como “balanatos”. Son el resultado de la Nueva Ola Vallenata que empezó con el jovencito Kaleth Morales, muerto trágicamente, y que hoy continúan Peter Manjarrés, Silvestre Dangond, Jorge Celedón, Felipe – Pipe – Peláez,  Iván Villazón y Juan María – Juancho - de la Espriella. 

La cosa llegó más lejos: Luifer Cuello creó el vallenato reggae. Pero antes, Juancho Rois y Diomedes Díaz, con el pretexto de modernizarlo, preparaban la degeneración del vallenato. La muerte de ambos retrasó los tiempos. 

orlandoclavijotorrado@yahoo.es

Jueves, 2 de Marzo de 2017
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