“En ciudades y países la gente es distinta y hace a las ciudades distintas. La ciudad es así porque su gente es así.”Clorindo Testa.
Los informes de Cúcuta Como Vamos, encuestas realizadas para medir la percepción ciudadana, han mostrado que desde el 2014 hasta la última medición del 2017, los cucuteños nos hemos sentido cada vez menos orgullosos de nuestra ciudad. Del 72% en el 2014, ahora solo el 50% de la población manifiesta orgullo por la región.
En el mismo sentido pesimista, únicamente el 28% de la ciudadanía piensa que las cosas van por buen camino y el 52% se siente satisfecho de la ciudad como lugar para vivir. Pareciera que atrás se quedó aquella famosa expresión que retumbaba en cualquier rincón del país y la cual nos llenaba el pecho de honor al decir que Cúcuta era el mejor vividero de Colombia.
Y no es para menos, es imposible desconocer que la crisis social y económica se ha venido agravando año tras año. Hemos recibido más de 100 mil migrantes internos producto del conflicto armado en el departamento, contando ahora también con la masiva llegada de nuestros hermanos venezolanos que, en mayor proporción, escogen a Cúcuta como su lugar de refugio según datos de Migración Colombia.
A pesar de lo anterior, estoy convencido que la solución la tenemos al alcance de nuestras manos, y esta se encuentra en la perseverancia, la nobleza, la calidez, la inteligencia y la “berraquera” con la que se identifica a la gente cucuteña. Somos la ciudad de Francisco de Paula Santander, el lugar del primer Congreso de Colombia, aquí nació la aviación del país gracias a Camilo Daza, por nuestras tierras se exportaron los primeros granos de Café, fuimos la capital basquetera nacional y, por muchos años, la frontera más dinámica de Suramérica.
Esta gran herencia y el talento que poseemos no se perderá a pesar de todas las dificultades que se puedan presentar. Me llena de orgullo saber que es así cuando vemos a Eduardo Pérez, profesor de la escuela Rafael Uribe Uribe del barrio Doña Nidia, ser premiado hace pocos meses como el mejor maestro de Iberoamérica, en un evento organizado por la fundación Fidal en Ecuador.
O que podemos opinar de Diego Sepúlveda, un joven arquitecto de la UFPS que hace un año se ganó el concurso internacional InHausLab “Diseña tu vivienda modular” en España. Paradójicamente, este cucuteño de tan solo 26 años expresó que su experiencia la ha venido ganando en el exterior porque no ha podido conseguir oportunidades laborales en su tierra.
No terminaría nunca esta columna si me pongo a describir todos los cucuteños destacados, sin embargo, no puedo dejar de mencionar a Tatiana Mora, estudiante del colegio La Salle que fue escogida hace unas semanas para representar a Colombia en la conferencia más grande de simulación de la ONU. Este evento reúne a los mejores alumnos del mundo y es organizado por la Universidad de Harvard.
Si Cúcuta ha tenido problemas en generar unas políticas públicas efectivas para su desarrollo, algo debe estar pasando. La solución para el problema de la informalidad no es coger a empujones a los vendedores ambulantes, como planteó la subsecretaria de Gobierno en días pasados. Es increíble también que, en una obra de pavimentación tan importante como la Gran Colombia que estaba a punto de ser iniciada, hayan ignorado las redes del alcantarillado de aguas lluvias y ahora la obra tiene que ser de nuevo formulada.
Estamos subestimando el orgullo cucuteño, si bien la dirigencia local tiene que colocar “políticos” en puestos de mando, estos deberían actuar como caza talentos y contratar a los Eduardos, Diegos y Tatianas que tenemos. De esta manera podrán explotar todo su ingenio y potenciar la región, aportando ideas innovadoras que estoy seguro, ellos y muchas más personas de estos talantes, se mueren por trabajar por la ciudad y la gente que los vio crecer.
