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Todo está bien

Tienes derecho a caerte, una y varias veces; porque caerse es permitido… pero levantarse es obligatorio. 

¿Cuando algo valioso se cae al suelo, la idea no es levantarlo?

Bueno; hoy me levanté para recordarte que tú eres muy valioso y que en el juego de la vida tienes derecho a caerte, una y varias veces; porque caerse es permitido… pero levantarse es obligatorio. 

En la naturaleza del ser humano está esa necesidad de buscar en terceros las causas de nuestro colapso. Entonces decimos que caímos por accidente, por suerte o por imprudencia de los demás. Nuestro ego no permite aceptar ningún error en nuestras decisiones. Solo cuando estamos en el fango o en el borde del precipicio y nos sentimos acorralados, débiles y disminuidos como una gallina asustada por una zarigüeya, es cuando comenzamos a pensar en aquel momento donde nos desviamos del camino, y es allí cuando empezamos a aceptar que somos vulnerables a la suerte o las dolencias físicas de un cuerpo que comienza a marchitarse.

En la vida ocurren cambios inesperados que desatan nuestros miedos alterando nuestro estado de equilibrio y llevándonos a la frustración, la desesperación y la angustia provocando un caos depresivo que opaca nuestros sueños.

La Solución está en ti: Actitud, Alegría y Fe en Dios como herramientas de empoderamiento para superar las adversidades y convertir las tragedias en anécdotas y las amenazas en oportunidades. Así superé un derrame cerebral y volví a nacer para ser feliz desde lo simple.

Sí; en cualquier momento de tu vida se puede ir la luz, o puedes pensar que alguien “bajó los tacos” de tu caja eléctrica llamada corazón. Eso puede pasar. Pero recuerda que todo pasa, la luz vuelve… o tú la enciendes. 

En algún momento de mi renacer me invitaron a preparar una charla sobre la resiliencia. Y te confieso que, en ese momento, quizás como tú, me pregunté: ¿que carajos es eso?

Era la vida misma que me estaba mostrando el significado a través de mi propia experiencia. Resiliencia es renacer, levantarse, volver a empezar, despertar de un letargo estado de quietud generado a veces por la vida y otras veces por nosotros mismos. 

Te invito a abrir los ojos para volver a disfrutar la luz de la vida y salir del encierro de la cotidianidad que nos envuelve en un sueño profundo de pasividad. 

El dolor, la pena, los miedos y los temores habitan en la oscuridad y se acaban justo cuando tú decides encender la luz de la fe, de la alegría, de la confianza y del amor. Así funciona la resiliencia. Pero para facilidad de todos, llamémosle “Renacer”. 

Es decir, recuperar el brillo de la vida tras un largo periodo de sombra originado por diferentes circunstancias o por una determinada conducta, asumida ante la misma. 

Renacer es comenzar a sentir nuevas motivaciones tras un chasquido de dedos que nos alertó de caer en la rutina de la vida. Es comenzar a vivir una nueva oportunidad que se nos dio por la fuerza del destino, la voluntad de Dios, las alineaciones del universo o por una suerte correspondida. 

Sin importar el origen de la causa, el despertar es esa nueva oportunidad de volver a empezar, de comenzar un nuevo ciclo, de realizar nuevos proyectos o simplemente de seguir caminando, ahora desde la conciencia. 

Para renacer hay que olvidar el pasado, dejarlo atrás y tomar lo bueno de las enseñanzas que nos dejó a través de la experiencia. 

Con esa acción valerosa, surge una nueva vida en una persona renovada, que despierta para no cometer los mismos errores, sacudiéndose de sus culpas y juzgamientos propios por acciones erróneas o caminos equivocados. 

Renacer es volver a nacer en vida reconstruyendo proyectos personales, permitiéndote sanar tu corazón con el perdón y restaurando tu vida, empoderándote desde el amor descubriendo tus valores y recapitulando tus principios para sentirte feliz y pleno contigo mismo. Solo así puedes pensar reconstruir una vida en pareja. 

Renacer es volver abrir las ventanas para mirar al mundo exterior y disfrutar la luz y el brillo de cada día desde adentro, preparándose para salir a hacer parte de su juego sin involucrarse en las exigencias de la vanidad o las condiciones sociales que nos llevaron al encierro. 

El renacimiento de una persona consiste también, en aceptar el milagro de Dios hecho en su materia, tras una enfermedad que parecía ser fulminante. 

Allí, en ese cuerpo maltratado y amenazado por células negativas o invasiones ajenas provenientes de virus, epidemias o una baja del sistema inmunológico causado por el estrés, pasa también la mano sanadora de Dios, para iluminar con su luz cada célula y restaurar esa área afectada del cuerpo que, con los diagnósticos clínicos, nos llegó a quitar las esperanzas. 

Renacer es recibir esa luz divina como regalo celestial y reconocer con humildad que, en cualquier momento de la vida, si no estamos fuertes en la conciencia espiritual, la mente nos traiciona y nos puede llevar a caer en las trampas tendidas por las seducciones del mundo. 

Renace quien decide caminar hacia la luz en medio del espeso bosque que forma un laberinto oscuro de caminos, donde habita el mal y donde abundan elementos como el alcohol y las drogas, que la gente busca para vivir fantasías provocadas por la necesidad de salir de los inmundos pensamientos de la depresión. 

De la depresión no se sale con drogas, sedantes, ni fármacos, De este triste estado se sale abriendo las cortinas, saliendo a la naturaleza, encontrando la luz del día y abriendo su corazón con fe y esperanza, entregándose con la verdadera fuerza del espíritu para permitirle a Dios, darnos la mano para sacarnos de ese fango. 

Ahí, en ese momento, hay que despertar y aprovechar la oportunidad para renacer y llenarse de fuerzas, abriendo el corazón a Dios para que su luz espiritual nos invada de valor y tenacidad para confrontar a esos dragones mimetizados en pensamientos que nos amenazan, nos disminuyen y nos llenan de temores y miedos hasta acabar con nuestra alegría y derrumbar nuestros sueños. 

El renacer comienza con una sonrisa que sale del corazón y que nos genera confianza y nos aumenta la autoestima para darnos seguridad en los nuevos pasos, eliminando las dudas y neutralizando la mente con pensamientos renovados, positivos y llenos de esperanza. 

Renacer es volver a sonreír y disfrutar el nuevo brillo de los ojos en un espejo llamado alma.  

Es ver cómo una flor marchita, en el jardín de la resiliencia, recibe de nuevo la luz del día y abre nuevamente sus pétalos para embellecer el entorno que la rodea.

Hakuna Matata
JMC

Jueves, 22 de Marzo de 2018
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