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Tres decisiones oportunas

Lo interesante en este caso boliviano es que el presidente Evo Morales tomó una decisión difícil .

El pasado domingo el mundo, sí, el mundo, fue sorprendido con la renuncia de Evo Morales a la presidencia de la República de Bolivia, quien a pesar de las acusaciones de fraude electoral se resistía a abandonar la jefatura del Estado, pero las cosas se dieron en forma dosificada: resistencia a la acusación de fraude, convocatoria de nuevas elecciones presidenciales y, finalmente, renuncia, cuando perdió el apoyo de dos instituciones clave: Ejército y Policía, sin perjuicio de volver a presentarse.

Lo interesante en este caso boliviano es que el presidente Evo Morales tomó una decisión difícil, principalmente porque con su valerosa decisión evitó un derramamiento de sangre impresentable ante el mundo. Fue una decisión oportuna.

Colombia no ha sido ajena a estas decisiones que se toman a tiempo: alguna vez, hace 49 años, Colombia vivió un episodio igual cuando el 19 de abril de 1970 la presidencia de la República se la disputaban el general Gustavo Rojas Pinilla, por la Anapo, y Misael Pastrana Borrero, por la coalición frentenacionalista, si se puede llamar así. En horas de la noche todo el mundo sabía que el triunfo del general Rojas era arrollador, pero admitir su victoria prácticamente era violar la Constitución porque no contemplaba ese evento. Por esa razón Lleritas nos mandó dormir temprano, parece que el gobierno y el victorioso negociaron en la Nunciatura -según Carlos Toledo Plata, del M-19- y al otro día Misael Pastrana Borrero era el ganador. El general Rojas sabía que si exigía que le entregaran el trofeo el gobierno se negaría y el derramamiento de sangre hubiera sido espantoso. Lo evitó. Fue otra decisión oportuna.

A manera de anécdota es bueno recordar que Carlos Augusto “Tigrillo” Noriega, entonces ministro de Gobierno, se cansó de dar explicaciones sobre lo sucedido, pero nadie le creyó. Publicó dos libros, y fue en vano. Lorenzo Madrigal escribió entonces que “Rojas fue elegido popularmente y otro el escrutado sigilosamente”.

De pronto los colombianos no recuerdan que en 1978 sucedió lo mismo entre Julio César Turbay Ayala y Belisario Betancur Cuartas. El mismo Belisario revivió los hechos en un libro de reciente aparición. Dice Belisario: “Cuando apagaron el televisor iba triunfante y a las 5 de la mañana, cuando la prendieron, ya habían llegado los votos de una isla aparecida misteriosamente en Urabá, había perdido. Ese día se presentaron a mi despacho oficiales del Ejército de altísimo rango y me dijeron: Candidato, le robaron las elecciones. Ordene para marchar sobre Palacio. Les respondí: Yo no voy a desencadenar una guerra civil. Regresen a sus cuarteles”. Fue otra decisión oportuna. 

Lunes, 11 de Noviembre de 2019
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