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Tres episodios

Varios episodios fueron protagonistas de la semana pasada, pero quiero resaltar tres.

Varios episodios fueron protagonistas de la semana pasada, pero quiero resaltar tres.

Lo bueno: mi familia está integrada por individuos pertenecientes a todos los colores políticos, desde la época dorada del bipartidismo hasta el caos del multipartidismo de hoy. Quienes nacimos, nos criamos y nos formamos en la primera -hasta 1991- nos agrada la publicación del libro “Álvaro. Su vida y su siglo”, de Juan Esteban Constaín Croce, porque Álvaro fue una persona valiosa y uno de los políticos que conocimos organizando “la nave del Estado” -como decían los centenaristas- junto con otros patriarcas del bipartidismo. Es verdad de a puño que aunque Álvaro Gómez Hurtado no llegó a la jefatura del Estado no podemos ignorar que antes del Frente Nacional, durante la vigencia del mismo y con posterioridad a la extinción de este Pacto suscrito por Laureano Gómez Castro y Alberto Lleras Camargo en Sitges y Benidorm, entre bambalinas tuvo Álvaro un inmenso poder político, o burocrático, si se quiere, con destinos donde se tomaban las grandes decisiones estatales o de políticas públicas. Además, este libro es 
un repaso de momentos y personalidades determinantes del siglo XX. 

Lo malo: el pasado sábado 13 de julio falleció en Cartagena el doctor Enrique Gómez Hurtado, hermano menor de Álvaro Gómez Hurtado. Que gozó de los privilegios que le dieron su apellido y la vigencia política de su hermano Álvaro, pues claro, ahí está el caso de los hijos de Luis Carlos Galán Sarmiento y Rodrigo Lara Bonilla, para solo mencionar dos casos; pero ese protagonismo de Álvaro opacó a Enrique en sus calidades de escritor y político. Cuando Álvaro decidió retirarse le dio espacio político a Enrique y los últimos años de su vida, mientras tuvo salud, los dedicó con sus hijos y sobrinos a esclarecer el asesinato de su hermano Álvaro y publicó el libro “¿Por qué lo mataron?”. Lo cierto es que sin poder político y sin la propiedad del que fue periódico familiar, “El Siglo”, del cual se desprendieron por disgusto con los socios, tengo entendido, ya era poca la audiencia y atención a sus reclamos. Murió Enrique en el mismo mes y día que su padre, Laureano Gómez. 

Lo feo: el pasado viernes 12 llegó al país, procedente de Estados Unidos, el economista Andrés Felipe Arias Leiva. Los colombianos ya sabemos de sobra cuál es el origen del calvario judicial que padece el joven exministro de Agricultura: sus aspiraciones presidenciales. Había que atajarlo. Pero hoy me quiero referir a que lo feo es que desde los medios de comunicación reclaman a instancias estatales la razón por la que nos les dejaron montar el espectáculo fotográfico de la llegada del exministro y, además, se anuncia con grandes titulares que renace la polarización en Colombia, como si en algún momento hubiera mermado la marea. Parece que en Bogotá los medios, a veces por sí mismos y a veces instigados, deciden cuándo hay que polarizar y cuándo despolarizar.   

Martes, 16 de Julio de 2019
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