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Un amplio abanico

Entre los cucuteños hay un deseo de cambio, no solo de nombre sino también de procedimientos, de grupos dominantes.

Se acerca el día de las elecciones regionales y es entonces cuando las campañas arrecian su discurso con el fin de llegar a los votantes con sus propuestas y poder convencerlos para obtener el favor de su voto.

Esto es cierto si la relación entre candidato y elector es limpia, sin vicios, sin artimañas que puedan trasgredir el espíritu de la democracia.

La compra del voto es la argucia más utilizada con la cual se atenta contra la pureza de este derecho ciudadano, bien sea con dinero en efectivo, tamales, almuerzos o bultos de cemento.

Pero el electorado está cansado, el promesero por estos días ya no convence, porque los años y los gobernantes pasan y la gente no se siente satisfecha con la gestión de quienes llegaron a esos cargos, algunos decepcionados piensan que fueron asaltados en su buena fe, porque creyeron en la bondades de un programa de gobierno que no se cumplió y el mal uso del erario ha estado a la orden del día. 

 Nuestra ciudad vive una situación especial con el arribo de los vecinos, ya sabemos de qué huyen ellos.

De tal forma que los problemas sociales han crecido y entre ellos se destaca la inseguridad, el desempleo y la informalidad laboral. Asuntos sobre los cuales estamos en los primeros lugares cuando se hacen evaluaciones para compararnos con las demás ciudades capitales.

Los recursos destinados a la salud también se afectan por la atención a los migrantes, las escuelas y colegios han tenido que admitir nuevos alumnos.

Se percibe que las megaobras por ahora no deberían ser prioridad, sino suplir las necesidades básicas que se sienten con mayor intensidad en los asentamientos periféricos, en los barrios de invasión, los plásticos verdes que sirven de improvisados muros en las viviendas que se levantan en esos sitios, los identifican como llamativas  banderas de esperanza en el futuro alcalde.

El abanico de candidatos a la alcaldía de Cúcuta es bien amplio. Hay un representante de lo mismo, esto es, del continuismo.

Entre los cucuteños hay un deseo de cambio, no solo de nombre sino también de procedimientos, de grupos dominantes. También hay quienes buscan segundas oportunidades, pero ya los vimos gobernar y no arrastran a la confianza sobre una nueva temporada dirigiendo la ciudad.

Los dirigentes empresariales también tienen su cuota, pero quedaron lesionados en su prestigio con los señalamientos hechos de participar de manera tangencial en actividades paralelas.

Los cristianos aportan un candidato y por lo que se dice tiene la formación y experiencia para gobernar, pero no tiene los votos necesarios y sus correligionarios no le aportan el suficiente caudal.

Los exconcejales que aparecen en la lista también son opción en el tarjetón, ¿les alcanzarán los votos?

Y entre todos ellos surge el viejito del megáfono que se ha ensañado en contra los corruptos, un discurso atractivo entre quienes hacen parte de la franja denominada voto de opinión y tal vez logre calar en otros sectores.

 La mayor parte de los votantes están en los estratos 1,2 y 3 y son ellos los que pueden elegir un alcalde a su gusto, si les llega apropiadamente el mensaje, si no dejan que se corrompa su derecho a elegir. Los políticos saben que allí es donde está el mayor potencial y es adonde llegan con más ímpetu en tiempo de campaña, pero también a donde no vuelven si son elegidos.

 Abogamos por el voto sano para elegir a un alcalde que sea garantía de solución a los problemas más sentidos y sea guardián celoso de los recursos que se le confían para administrar sabiendo que son sagrados y deben llegar a su destino sin viciosos desvíos.

jorgepabonl@yahoo.com

Sábado, 12 de Octubre de 2019
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