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Columnistas
Un infierno en nuestro tiempo
Un día infeliz en la historia los conflictos llegaron a extremos.
Martes, 30 de Octubre de 2018

La historia enseña que la lucha del hombre fue por asentarse definitivamente en el sitio que considero conveniente. El dominio del fuego, principios rústicos de construcción, le permitieron dejar el nomadismo. Su deambular para fijar territorios en los que construiría  las ciudades y harían las naciones y los estados, eran cosas del pasado. Fue una de las grandes conquistas de la civilización. Ya no serían viajeros permanentes en busca del progreso. Por eso se ven ahora las grandes ciudades y también los pequeños pueblos en donde busca la felicidad. 

Es la historia de los siglos. En medio de sus guerras, de sus conflictos, siempre se tuvo presente el sitio donde tiene sus creencias,  sus amores. Lugar donde construye sus sueños.  La misma biblia enseña en el éxodo la tragedia del pueblo hebreo esclavizado por Egipto durante doscientas años. Su regreso a la Tierra Prometida conducidos por Moisés.

Un día infeliz en la historia los conflictos llegaron a extremos. Comenzaron  los desplazamientos contra su parecer. Arrojados de los lugares que amaban para quizá nunca volver. Hombres que se transportan por el Mediterráneo en embarcaciones rústicas para huir del odio, la miseria y la muerte.  Se ven ahora inmensas romerías de hombres y mujeres, de niños y ancianos, sin saber a dónde van, sin futuro. Ejército de miserables sufriendo lo indecible. Añorando su patria, sus pueblos, aquellos pequeños lugares que  construyeron para ser felices.  

Hoy los desplazamientos ya no  son solo es entre continentes, entre naciones,  entre  ciudades de la misma patria, sino también entre barrios de una misma ciudad.  Un día cualquiera llega la orden del paraestado que debe irse en el término de la distancia. Los campesinos en el desespero de la violencia que lo agobia deciden marchar hacia las capitales donde encontrarán seguramente otro infierno  pero cierta seguridad para sus vidas.  Algunos marchan en busca de la quimera del oro en el sueño americano.

Toda esta tragedia por la violencia y el hambre que recorre el mundo. Se creían etapas superadas. El ejército de mendicantes de la Edad Media era algo insólito en nuestro tiempo pero no. Ahí están llevando su dolor en espera de un Moisés que los redima y los conduzca a la tierra prometida. Hoy no hay tal tierra prometida. No hay espacio para tantos. Sálvese quien pueda. 

Seguramente el siglo XXI será el siglo de los desplazados, de los parias sin destino. Hay mucho dinero pero el pan para pocos. La palabra  felicidad proscrita de los diccionarios. Habrá que acostumbrarse a los caminantes que solo llevan la muerte como haber y acostumbrarse  a convivir en ciudades convertidas en lugares invivibles, inseguras, violentas y sin futuro. Lo que viene es el Apocalipsis. 

Lo que era impensado décadas atrás,cuando a pesar de la estrechez se procuraba que todos volvieran a asentarse en el territorio que amaban.  Los intereses que se mueven alrededor de esta infamia buscan el dominio del mundo, el triunfo del dinero y del poder. Sin  querer entender que el hombre será siempre el fundamento de la civilización. Pretender demolerloes la insensatez y la locura. El fin de los tiempos.  La destrucción de lo que se hizo con tanto esfuerzo. Seguramente vendrán nuevos hombres y nuevos sueños. Con ellos un sitio para todos sin tanta tragedia. Mientras tanto será el reinado de la demencia, de los desequilibrados por el mundo del poder. 

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