La Opinión
Suscríbete
Elecciones 2023 Elecciones 2023 mobile

Un mal silencioso

Las colombianas, y especialmente las cucuteñas, duermen con el enemigo de todas las maneras.       

Hace unos días visité al médico  general, como parte de las rutinas y cuidados con la salud que debe tener alguien que usa gafas. Mientras el galeno cumplía el protocolo que ya es tradición, medir la altura, peso, tensión del paciente y demás, comenzó a contarme una novedad que viene aconteciendo en las consultas que presta. 

Dijo que se han presentado pacientes con enfermedades que hace tiempo en Cúcuta se creían extinguidas, como, por ejemplo, la tuberculosis y la sífilis. Ambas muy contagiosas. Que algunos de sus pacientes son mujeres casadas que fueron infectadas por sus parejas. Mientras lo relataba, en el rostro se le veía preocupación y tristeza porque una mujer resulte con una enfermedad de transmisión sexual por culpa su esposo o novio. Claro, lamentable, dentro sus pacientes también hay contagiadas con VIH.

En otras palabras, en Cúcuta, donde no pasa una semana sin que se registre una noticia de violencia intrafamiliar contra la mujer por parte del cónyuge, el género femenino vuelve a estar en peligro mortal por culpa de esa persona que supuestamente la ama. Las colombianas, y especialmente las cucuteñas, duermen con el enemigo de todas las maneras.        

Dentro de las explicaciones que tiene este septuagenario doctor para esta creciente problemática de salud en la ciudad, hay dos grandes causas. La primera es la desbordante oferta de servicios sexuales. Aquí el lector estará pensando, “por culpa de las venezolanas”. Sí, es cierto por la crisis del hermano país, ha repercutido en nosotros, pero eso no quiere decir que ahora todas las prestadoras de servicios vaginales son venezolanas como afirman los xenófobos. 

La otra gran causa es la muy dudosa calidad de los condones. Dijo que analizó preservativos y ha percibido que al menos la mitad salen rotos o se rompen con excesiva facilidad. Desde luego, son marcas de las que se desconoce la procedencia y que son muy baratas.

Finalmente, mencionó que esto se lo venía diciendo a todos sus pacientes independiente de la razón de porque lo visitaran. Que este mal silencioso que se viene propagando a lo largo y ancho del área metropolitana, debe ponérsele freno. Y no deportando a las venezolanas, en el caso de las enfermedades de transmisión sexual, y a los venezolanos en general, por el resto de enfermedades.

Que la solución pasa por mayores controles sanitarios por parte de la administración municipal; por más eficientes y efectivas campañas de prevención. Pero sobre todo por mayor concientización de la comunidad y, en general, de la masculina. “No pueden andar metiéndolo en cualquier hueco”; fue la última recomendación que, aunque entre risas la profirió, el tono de voz denotaba preocupación.   

Este inesperado consejo lo recibí de manera grata, aunque, solo iba para que verificara si debo cambiar las gafas. Ahora bien, en verdad es muy preocupante que este mal silencioso, como él lo denominó,  se propague en bares y moteles como en casas de familia. Las recomendaciones del galeno, ojalá sean escuchadas por la entrante administración; y por los que habitamos en esta ciudad. De lo contrario esto podría llegar a volverse una verdadera epidemia.

Jueves, 2 de Enero de 2020
Premium-home
Patrocinado por:
Logo Empresas
Temas del Día