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¿Una despedida o un renacer?
Lo más deseable es que después del coronavirus para la sociedad se tratare mejor de un renacer.
Domingo, 5 de Abril de 2020

Hoy en día la humanidad toma medidas para protegernos del virus. El mundo desde 1.945, al final de la segunda guerra mundial, no sentía tanto miedo como hoy, y esta pandemia nos lleva a reflexionar en nuestras vidas, en nosotros mismos, en la sociedad, en el futuro de nuestros hijos, si esto que vive la humanidad es una despedida o un renacer, como bien lo decía el viernes en una entrevista el ex ministro Alejandro Gaviria. Este quizás ha sido el lado positivo que nos deja la pandemia y el confinamiento, la reflexión, la introspección, la posibilidad de pensar en muchas cosas sobre las cuales usualmente no tenemos tiempo. Además de las medidas y análisis sobre el covid – 19 que nos saturan, hoy debemos saber que leemos, de quienes recibimos información, porque como lo pronosticaba el director de un hospital, muy probablemente al final de esta pandemia, habrán más enfermos de ansiedad que del mismo virus.

Una de las mejores frases que he leído por estos días, las del escritor italiano Paolo Giordano: “ No tengo miedo de caer enfermo. Y de qué tengo miedo? De todo lo que el contagio puede cambiar. De descubrir que el andamiaje de la civilización que conozco es un castillo de naipes. De que todo se derrumbe, pero también de lo contrario: de que el miedo pase en vano, sin dejar ningún cambio tras de sí”. 

Así es, una tragedia mayor a esta, en la que vemos como una apocalipsis las imágenes del norte de Italia, España, New York y Guayaquil, puede conducirnos a que después de la pandemia venga otra tragedia, como lo dice Paolo Giordano, a que no pase nada, y entonces los muertos de hoy se volverán tan solo en una estadística, y el mundo seguirá con el individualismo, el consumismo, y vuelven y se abren los centros comerciales y los restaurantes, y hasta Trump reelegido y Maduro ahí.

Incluso algo peor podría suceder, así lo dice el escritor israelí que escribió Homo Deus. Que si bien uno de los países que ha logrado controlar exitosamente la pandemia es Corea del Sur, llama la atención como lo hizo: en algún momento a cada uno de sus habitantes le pusieron un brazalete biométrico, de tal forma que controlaban a la gente con un riguroso seguimiento digital. Sabían a dónde salía, con quien se reunía, y hasta llegaban a saber digitalmente si había tenido contacto con una persona infectada. Así lo seguían fácilmente y lo controlaban. Se imaginan algo parecido a futuro, después del coronavirus, algunos estados controlando a la gente con brazaletes biométricos? Es tanto como si Bolsonaro en Brasil pudiera medir con brazaletes biométricos las reacciones de desacuerdo después de una de sus intervenciones, y tomar medidas.   

Sin duda que en muchas partes del mundo para muchas familias esta pandemia ha sido una cruel despedida de sus seres queridos, a quienes no pueden acompañar ni siquiera a su funeral. Por ellos el ex ministro Alejandro Gaviria tiene razón cuando expresa que esto es una despedida. El viernes pasado una médica colombiana que trabaja en París, ciudad que también colapsó en su servicio hospitalario, narraba como ya tomaron la decisión en la ciudad luz, de no darle más atención a los mayores de 75 años. Los dejan que mueran, hay que proteger a los más jóvenes. Lo más dramático de su relato, decía la médica, era la que la decisión se la comunicaban a sus familiares por teléfono. No hay tiempo de despedidas.

Lo más deseable es que después del coronavirus para la sociedad se tratare mejor de un renacer. Una reflexión global sobre los riesgos que vive la humanidad: el cambio climatológico, las inequidades en el mundo, la deshumanización del neoliberalismo, la fragilidad del sistema de salud en el mundo, el futuro de los jóvenes y del planeta. La humanidad después de esta pandemia debería llevarla a una reflexión global ética y moral, que nos lleve a nuevas formas de gobierno que privilegien al ser humano, y que no suceda como lo dijo Paolo Giordano, que no pase nada, porque o si no los riesgos que tendrán nuestros hijos, en una próxima pandemia, serán devastadores, cada vez más próximos al apocalipsis.    

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