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Una exigente función

La calidad del periodismo guarda relación con la veracidad de las versiones sobre los hechos.

La celebración del Día del Periodista que en Colombia ha sido desde 1975 el 9 de febrero, debe dar paso a una suficiente reflexión sobre las responsabilidades inherentes a esa función.

Con una visión muy acertada de la importancia que tiene en la sociedad el ejercicio del periodismo, el escritor argelino-francés Albert Camus dijo que era “el oficio más bello del mundo”. Hizo esa medición tomando en cuenta la repercusión que tiene la divulgación de los hechos de cada día y de los cuales son protagonistas los seres humanos en todos los escenarios del ancho mundo.

La calidad del periodismo guarda relación con la veracidad de las versiones sobre los hechos. También con la precisión, la claridad, la coherencia y la contextualización. Porque no se trata de poner en vuelo rumores o presentimientos, sino acontecimientos que hacen parte de la realidad de cada día o que son los hilos de ese tejido. A diferencia de la ficción, las historias de las más diversas expresiones de la vida no dan para especulaciones fantasiosas. Hay que ceñirlas a lo que es y dentro de las circunstancias probadas.  De allí que la noticia adquiera una dimensión de interés público.

Esa exigencia de hacer periodismo conforme al rigor impuesto por la ética, con sujeción a la claridad y el correcto uso del lenguaje, es un sello de coherencia y lucidez. Además, contribuye a la credibilidad que deben tener los medios respecto a lo que divulgan.

Las ligerezas, las travesuras, los prejuicios y la tergiversación, no deben tener cabida en el periodismo. Esas malas mañas erosionan la confianza entre los destinatarios de la información y los medios. Configura falta de respeto a los receptores del mensaje informativo. Tampoco deben los periodistas asumir posiciones de parcialidad con respecto a intereses excluyentes o grupos de presión representativos de credos religiosos o partidistas. No pueden tener cabida quienes son agentes directos o encubiertos de causas adheridas a la violencia, el despojo o la discriminación de cualquier tipo.

En las consideraciones que se hagan sobre el periodismo no se puede pasar por alto la situación laboral del gremio. En no pocas ocasiones los comunicadores son sometidos a condiciones de inicua explotación, con menosprecio de su talento, de sus necesidades, ante lo cual se impone un régimen de protección laboral, no de alcance asistencialista sino de verdadera protección de derechos que se han perdido en el remolino de la subestimación.

Pesa sobre el periodismo la dispersión del gremio. Son varias las organizaciones de afiliados y estas no tienen un denominador común que cree un vínculo colectivo en defensa de la integridad de los trabadores de los medios. Solamente una organización que una y asuma la promoción del reconocimiento de los derechos de los comunicadores los fortalecerá en defensa de sus ideales y de sus principios.

No estaría mal que los periodistas, despojados de cualquier ánimo discriminatorio asumieran como causa gremial la construcción de una organización que los represente con legitimidad. Organización en la cual deben estar quienes ejerzan el oficio en términos de verdad.

Puntada

Los hechos cotidianos de violencia contra la vida de los líderes sociales en Colombia contradicen la candidez del Gobierno cuando dice que hay protección y que han disminuido los índices de criminalidad.

ciceronflorezm@gmail.com  

Sábado, 8 de Febrero de 2020
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