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Una gran estafa

Los colombianos estamos en manos de un gobernante que perdió en primera vuelta y tiene ahora menos del 30% de popularidad.

Alguna vez tendrán que hacerse un buen libro y su buena película sobre la estafa más grande de todos los tiempos: la que les hizo Chávez y sus secuaces a los venezolanos. Es, de lejos, la mayor  en la historia de la humanidad por el monto de lo robado, por la duración del engaño, por la gran multitud de gente estafada y por la fantasía creada para el engaño. Más de setecientos mil millones de dólares les fueron robados a más de treinta millones de personas durante dieciséis años en los que por arte de magia negra se les vendió la ilusión de que, gracias a una revolución socialista, tenían más patria y estaban ahora mucho mejor que antes, pese a estar pasando las peores penurias de su existencia.  

Una estafa de esa magnitud no podrá ser superada jamás. Ante ella palidece la de Bernard Madoff que sólo (!) fue de 50.000 millones de dólares, y las que hacía Víctor Lustig vendiendo a incautos la torre Eiffel y el puente de Brooklyn. La película deberá ser vista durante los próximos cien años por todos los jóvenes venezolanos y latinoamericanos, hasta que comprendan lo peligroso que es para una nación  tener tanta gente tan ignorante,  tan ilusa y tan pendeja como para dejarse seducir por un mesías aventurero – como Petro en Bogotá -  que les promete ríos de leche y miel, con cuyas unturas serán reivindicados socialmente ante el mundo y tendrán una ciudad o un país más humano. Acá ya tuvimos una Cúcuta dizque humana y solidaria, recuerdan ¿cómo se la robaron?

La trama del filme atrapa al público: un grupo de militares muy bien adoctrinados por los Castro se toma el poder con unos propósitos muy claros: enriquecerse eternamente. Para ello la experiencia cubana en mantenerse en el poder es muy valiosa: si lograron sostenerse allá más de cincuenta años en medio de la pobreza, es de esperarse que resulte mucho más fácil hacerlo en medio de la riqueza. Pero algo salió mal en el plan porque los militares no solamente se robaron todo lo que encontraron sino lo que habría de venir: sobre hipotecaron el país a China para poderse robar anticipadamente los ingresos que tendría la nación en el próximo medio siglo.  

Por si fuera poco el botín (!) convirtieron a Venezuela en un perfecto narcoestado y se metieron duro en el negocio del narcotráfico utilizando aviones militares y dándoles pasaporte diplomático a mulas. Petróleo y cocaína, toda una operación de dimensiones tan descomunales que les hizo perder cualquier sentido de las proporciones. Con ello no sólo quebraron a PDVSA sino que la dañaron para siempre su imagen al utilizar sus cuentas para mover y lavar el dinero sucio. Gracias a ese desmadre moral cualquier pendejo chavista, como el negro Aristóbulo Isturiz, aparece con cuentas en Suiza con saldos superiores a los diez millones de dólares. A los más blanquitos y que no son tan pendejos no les caben los ceros a la derecha en sus cuentas, como a Diosdado y Tarek.  Al venezolano que proteste lo matan o apresan con la ayuda de gobiernos vecinos como el nuestro, que les entrega a los siniestros policías venezolanos a cualquier disidente que entre a Colombia.  Esa ola izquierdosa fue nefasta para Latinoamérica, basta
ver no más a Argentina, Brasil y Venezuela.

Los colombianos estamos en manos de un gobernante que perdió en primera vuelta y tiene ahora menos del 30% de popularidad. Peligroso.  

Viernes, 29 de Mayo de 2015
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