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Una imagen irrepetible
Si algo quedó demostrado en medio de esta pandemia, que nos llegó de improvisto, es que internet cambia vidas.
Domingo, 14 de Junio de 2020

Recientemente, una caricatura, publicada por el periódico más importante del país, se viralizó. Un niño sentado en el pico de una montaña dice “me aburre que me dejen tantas tareas por el computador”, mientras que otro niño responde “¿qué es un computador”. La imagen me impactó. Me dejó perplejo. Pero también me impulsa para seguir cumpliendo un propósito que nos impusimos. 

Si algo quedó demostrado en medio de esta pandemia, que nos llegó de improvisto, es que internet cambia vidas. Que la tecnología cambia vidas. Pero, también, que en Colombia tenemos una tarea inconclusa. En Colombia tenemos una obligación moral como Nación: cerrar de una buena vez esa brecha digital que tan bien y tan cruelmente dibujó el caricaturista Matador. 

Los protagonistas del ecosistema digital hemos invertido cerca de $15 billones en los últimos cinco años para desplegar, renovar y potenciar tecnología para cerrar la brecha digital. Particularmente, en Tigo hemos invertido cerca de $5 billones desde 2015 para cumplir con nuestro propósito de conectar cada vez a más colombianos. Es cierto que estamos haciendo la tarea, tan cierto como que todavía nos falta camino para cumplir la meta. 

De acuerdo con cifras del Ministerio de las TIC, Colombia pasó de tener 12,8 millones de conexiones a Internet móvil 4G en el primer semestre de 2018 a 20,9 millones en el primer trimestre de 2020. Desde agosto de 2018, según cifras oficiales, el país logró un aumento de 9,4 millones de nuevas conexiones a Internet (entre fijo y móvil 4G) con velocidad superior a los 10 Mbps. Son cifras positivas, sin duda. Pero insuficientes. Todavía más, viendo la relevancia que cobró la conectividad en esta nueva realidad. 

Tenemos una visión centralizada y lejana de la brecha digital. En los contextos urbanos, internet se transformó en un commodity. En las ciudades, tener un plan de datos o servicio de internet fijo está al alcance de nuestras manos. Basta con llamar a un operador para conectarnos con el mundo. Y eso nos quita perspectiva. Nos genera una visión borrosa y alejada de la realidad que reza que “todos están o deben estar conectados”. Otra cosa que quedó de esta contingencia es que la realidad no es tan idílica. 

La caricatura de Matador también me generó un impulso. Como una suerte de electrochoque. En abril de 2020, Tigo inició la tarea de prender antenas en la banda de 700 Mhz, algo que nos permitirá llegar a 1.636 nuevas localidades. Sitios que, aunque suene irreal, no tienen una antena de telecomunicaciones o una conexión de fibra en pleno 2020. Se suma la medida que tomó el Gobierno de reducir la contraprestación de los servicios de provisión de redes y telecomunicaciones del 2.2% al 1.9% a partir del 1 de julio de 2020. Una decisión que se traducirá en más inversiones para cerrar la brecha digital. 

En las últimas semanas recibí varias preguntas sobre la tecnología 5G y su llegada a Colombia. Y tengo que responder con la misma firmeza, aunque no sea popular: primero debemos cubrir la base; y esa base es 4G. Antes de embarcarnos en el despliegue de una nueva tecnología (que sí llegará al país, pero no tan pronto como queremos), tenemos la obligación de completar esa tarea que hemos venido aplazando por décadas: conectar a la Colombia profunda. 

La pandemia que, gústenos o no, tenemos que atravesar y que seguramente vamos a vencer más temprano que tarde, nos dejó bien en claro que los operadores de telecomunicaciones no solo ‘vendemos internet’. Lo que hacemos en proporcionar acceso a la herramienta de educación, trabajo, relacionamiento y productividad más potente que tiene a disposición la humanidad. Nuestra obligación es cerrar la brecha digital para que esa poderosa caricatura de Matador se convierta cuanto antes en una imagen irrepetible. 

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